Les recomiendo esta entrevista que le hice al politólogo y ex consejero presidente del IFE, José Woldenberg, publicada el 15 de agosto en Excélsior:
Ya no hay partidos omnipotentes, dice Woldenberg
Descarta que un eventual regreso del PRI a Los Pinos sea en sí
mismo un retroceso, advierte de la necesidad de mantener equilibrio en
el Congreso
Por Fabiola Guarneros
Saavedra
La transición democrática
es un hecho del pasado y México camina hoy por una democracia germinal con dos
pendientes: garantizar el crecimiento económico del país para mejorar las
condiciones de vida de los mexicanos, y una reforma política que permita las fórmulas
de gobierno ante la nueva realidad pluralista.
Esta reflexión la hace José
Woldenberg, ex consejero presidente del Instituto Federal Electoral (IFE).
Tiene claro el momento político que vive el país: se acabaron los nacidos para
ganar y los nacidos para perder.
“Ya no hay partidos
omnipotentes.”
Está convencido del
desencanto que existe en la sociedad con los partidos, los políticos e,
incluso, con la incipiente democracia. Y los nutrientes de esa decepción son,
desde su punto de vista, el funcionamiento, discurso y la conflictividad que
emana de los partidos políticos.
Pero para Woldenberg
Karakowsky el elemento más importante que alimenta el enojo social y el
alejamiento de los partidos, es el económico.
“La economía mexicana no
crece con suficiencia y esto genera una enorme irritación, una distancia de la política… No solamente de
libertades, de elecciones y de fenómenos de alternancia y de equilibrio vive la
gente…”
El camino que han tomado los
partidos políticos en la nueva realidad mexicana, también son tema de la conversación que el
politólogo tiene con Excélsior.
“Si algo bueno pasó en
todos los partidos, es que una sola voz, una voluntad no puede imponer al
candidato.”
Al PRI lo considera un
partido más entre otros; pero acota que hoy ninguno de ellos pierde todo ni
gana todo. Considera que un eventual regreso del PRI a la Presidencia de la
República no tiene por qué ser un retroceso si así se expresa la voluntad de
los ciudadanos en las urnas.
“Pero creo que es muy
importante que se mantenga un cierto equilibrio de pluralidad dentro de las
instituciones del Estado”; es decir, que exista un contrapeso en las Cámaras de
Diputados y Senadores.
José Woldenberg es un
hombre de izquierda y conoce al PRD desde su fundación, por eso puede hablar de
las virtudes de ese partido que, hoy, se convirtieron en su principal ancla.
“La pluralidad dentro del
PRD es un activo, pero se vuelve un problema porque no es fácil conjugar esa
diversidad. Las figuras carismáticas (Cuauhtémoc Cárdenas y Andrés Manuel López
Obrador) le han permitido crecer y al
mismo tiempo le han impedido una vida más institucional y menos sujeta a la
voluntad de un solo individuo.”
Como académico e
investigador de las ciencias políticas no especula respecto a la vida interna
del PAN. Sabe que hay cinco candidatos y que uno seguramente es el predilecto
del presidente Felipe Calderón; pero de lo que sí está convencido es que la
discusión y la deliberación de los panistas serán las que definan al aspirante
presidencial, pues se quedaron atrás los tiempos en los que una persona decidía
el futuro del partido.
Cuando le pregunto si
México está preparado para tener una presidenta mujer, Woldenberg asegura que
sí: “¿Por qué no? Otra cosa es que gane.
Lo nuevo sería que uno de los tres grandes partidos tuviera una candidata
mujer.”
Le platico que el senador
panista Ramón Galindo lo propuso a él y a Juan Ramón de la Fuente como
aspirantes a una eventual candidatura presidencial independiente dentro del
PAN.
El académico responde: “Ni
quiero, ni puedo, ni estoy en disposición, para entrarle a este tipo de juegos.
No me interesa.”
Nació en Monterrey, Nuevo
León, en 1952; estudió Sociología y una maestría en Estudios Latinoamericanos
en la UNAM. José Woldenberg inició su lucha político-sindical desde 1974,
cuando participó en la fundación del Sindicato de Personal Académico de la UNAM
y después, en el 77, en el STUNAM.
Hoy sigue dando clases en
la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional
Autónoma de México y tiene un pequeño cubículo en el edificio E, en donde se
desarrolla la entrevista. Es mediodía.
–¿Estamos en la transición
democrática o nos quedamos en la alternancia?
–La transición democrática
es un hecho del pasado, transcurrió entre 1977 y 1997; es decir, es el periodo
donde se dieron una serie de conflictos muy agudos en materia electoral que
acabaron modificando las normas, las instituciones e impactando la correlación
de fuerzas en México.
La transición se dio en
esos 20 años y fue la que permitió la alternancia, sin esos cambios hubiera
sido inimaginable un fenómeno como el que vivimos en el 2000, cuando un
candidato del PAN, entonces apoyado por el PVEM, derrotó en las urnas a los aspirantes
del PRI y el PRD.
–¿Qué pasa con los partidos
y los ciudadanos, tenemos claro el rumbo a seguir en la construcción de la
democracia?
–Lo que logramos construir
como país fue una germinal democracia; es decir, un sistema político donde la
pluralidad ideológica que existe puede expresarse, recrearse, competir y
convivir de manera institucional y ordenada.
Para mí no es poco, pero no
es una varita mágica que acabe con todos los pendientes. La agenda de los
problemas nacionales es enorme y no atenderla, puede erosionar los propios
cimientos de la germinal democracia.
¿En qué estoy pensando? Hay
un desencanto muy grande en nuestro país, con los partidos, con los políticos y
me temo que con la incipiente democracia que tenemos. Y debemos preguntarnos de
dónde proviene este desencanto. Mucho
tiene que ver con el funcionamiento, el
discurso, la conflictividad que emana de los propios partidos políticos.
EL DESENCANTO
José Woldenberg siempre ha
sido un político de izquierda. Su lucha cívica la inició en el Movimiento de
Acción Popular (MAP), 1981, desde donde quería impulsar la intervención de las
organizaciones en todas las esferas de la sociedad.
“El desencanto en México
tiene un nutriente económico y social. De 1982 a la fecha, estamos hablando de
prácticamente 30 años, la economía mexicana no crece con suficiencia y esto ha
hecho que las condiciones materiales de vida de los mexicanos no mejoren en lo
sustantivo. Esto genera una enorme irritación, una distancia de la política…
“Porque no solamente de
libertades y de elecciones, de fenómenos de alternancia y de equilibrio entre
las fuerzas vive la gente. A ellos les preocupa por sobre todo, quizá, sus condiciones materiales de vida”, explica
como si dictara una conferencia.
–¿Qué les pasó a los
partidos?
–Hoy son más plurales, son más
importantes que nunca. Durante muchos años, México vivió bajo el cobijo de un
partido casi único, hegemónico; es decir, había uno y a su lado partidos
testimoniales o germinales, pero todo el mundo sabía que lo fundamental de la
política se procesaba bajo las siglas del PRI.
Hoy hemos transitado a un
sistema equilibrado de partidos.
–¿En qué están ocupados los
partidos?
–Yo creo que todos estamos
aprendiendo a vivir en un mundo de pluralidad; es decir, durante muchos años,
los términos: negociación, diálogo, acuerdo eran inexistentes en el Congreso,
había una fuerza mayoritaria que podía tomar decisiones sin tomar en cuenta a los
minoritarios. Hoy ningún partido tiene esa mayoría.
Los partidos tienen una
vida interna muy intensa, están preocupados por sus candidatos a diputados, senadores,
presidente de la República y gobernadores, y esto tiene que verse como algo
natural.
Durante muchos años, el
Presidente de la República se decidía por la voluntad de una persona; era la
época del “tapado”, del “dedazo”.
–Los partidos están
viviendo sus procesos internos de manera novedosa, los acuerdos no llegan
porque ahora hay pluralidad y cuesta trabajo lograr consensos cuando hay
diferencias profundas entre los actores políticos, pero ¿no vamos muy lento?
–Sí, yo creo que muchos de
los asuntos de la agenda nacional urge desahogarlos. Los dos grandes ejes de la
tarea política el día de hoy son: la construcción de una mínima equidad dentro
de la sociedad mexicana y una reforma de carácter político que sintonice mejor
las fórmulas de gobierno a las nuevas realidades pluralistas.
Una de las prioridades del
país es pensar cómo vamos a avanzar en materia económica, pero con un
crecimiento capaz de generar empleo, de abatir la migración hacia Estados
Unidos, y de atender las necesidades de los jóvenes.
Y en este sentido sí hemos
sido muy morosos.
–De lo que usted imaginó en
su lucha política-sindical, ¿qué se consiguió?, ¿qué queda pendiente?
En materia democrática
hemos avanzado y en materia de equidad nada, cero.
Si uno ve el mundo de la
política mexicana, antes teníamos un sistema de partido casi único, hoy, uno
plural; antes, elecciones sin competencia, hoy, competidas.
Verá un mundo de la
representación política que antes era monocolor y ahora es plural; antes
teníamos un Presidencia toda poderosa, hoy una acotada; antes teníamos un
Congreso subordinado y hoy, uno cuya mecánica interna es la que define su ruta.
Antes teníamos una Corte
que en materia política prácticamente no significaba nada y hoy tenemos una que
es un auténtico árbitro cuando hay conflicto entre Poderes.
Antes teníamos muy
estrechos márgenes en la libertad de expresión, hoy esos márgenes se han
ampliado. Es decir, hay avances.
En donde el país parece no
moverse y no conmoverse es en lo que se refiere a la inequidad de la vida
social. ¡Hombre!, no se necesita ser
sociólogo, economista, historiador, basta salir a las calles e ir a las
diferentes ciudades y pueblos mexicanos para darse cuenta de que somos una
sociedad desintegrada, con una muy escasa cohesión social.
LA SUCESIÓN
La carrera político-partidista
de Woldenberg Karakowsky tomó forma cuando participó en la fundación del
Partido Socialista Unificado de México (PSUM), 1981-1987, y después en la del
Partido Mexicano Socialista (PMS), en donde estuvo hasta el 89.
Pero para hablar del PRD
tiene autoridad, pues lo vio nacer en 1989 y estuvo ahí hasta 1991 cuando
renunció.
–Hoy, ¿qué significa ser de
izquierda?
–Una vocación por afianzar
y desplegar una política que tienda a la equidad. Yo creo que esa es la bandera
fundamental de la izquierda.
La izquierda democrática
tiene que ser capaz de conjugar dos valores fundamentales de la modernidad:
libertad e igualdad.
–¿Tenemos un partido que
represente esa izquierda?
–Tenemos partidos de
izquierda, movimientos de izquierda, agrupaciones de izquierda y en los propios
partidos hemos visto que no son monolíticos, que hay corrientes distintas.
–¿Es sano para el PRD tener
dos movimientos de izquierda tan diferentes, me refiero a Demócratas de
Izquierda que impulsa a Marcelo Ebrard y Morena, de Andrés Manuel López
Obrador?
–Si a través de ellos
expresan diferentes voces, sí. , El asunto está en otro lado. La enorme virtud
del PRD ha sido también un problema mayor para ellos mismos.
Desde su fundación, el PRD recibió
en sus filas corrientes políticas distintas y ahí radicaba parte de su fuerza y
de su atractivo, pero cuando hay esas concepciones diversas se necesita una
enorme maestría para tratar de articularlas, conjugarlas, sin exclusiones.
Si a ello le sumamos que el
crecimiento del PRD se debe también a la existencia de dos liderazgos
carismáticos muy fuertes, el del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas y el de Andrés
Manuel López Obrador, al partido, entonces, le resulta muy difícil conjugar eso
que es un capital político.
Las figuras carismáticas
han sido un haber para el PRD y le han permitido crecer, pero al mismo tiempo
le han impedido una vida más institucional y menos sujeta a la voluntad de un
solo individuo.
–¿Qué significa ser de
derecha hoy?
–Pues tradicionalmente la
derecha ha puesto el acento en las libertades y le ha dado la espalda a los
temas de la equidad y la justicia social.
–¿El PAN era mejor como
partido de oposición que como partido de gobierno?
–Acción Nacional fue en lo
fundamental un partido de carácter testimonial; lo que le importaba era dar fe
y denunciar una seria de prácticas antidemocráticas, corruptas.
Luego vivió un proceso de
fortalecimiento paulatino, ganó algunas gubernaturas, presidencias municipales,
creció en el Congreso y se empezó a convertir en un partido de gobierno y de
oposición a la vez.
–¿El PAN está cayendo en la
inercia de imponer desde la Presidencia al sucesor? Lo intentó Fox con Creel y
ahora Calderón tiene un favorito…
No conozco a detalle la
vida interna del PAN, pero por lo que estamos viendo hay una serie de
candidatos, al parecer uno es el
predilecto del Presidente, y ahí va haber una disputa para ver quién es el
candidato. No me cabe la menor duda.
Si algo bueno pasó en todos
los partidos es que ya una sola voz, una sola voluntad no puede imponer al
candidato; vamos a ver incluso qué pasa en el PRI, en el PRD, en el PAN, en los
partido que hoy obtienen menos votación. Vamos a ver...
–¿Qué es el PRI?
–Es un partido entre otros.
Un partido que tiene raíces muy profundas,
quizá las redes de relaciones más bastas dentro del país y que como
sucede en los sistemas democráticos, ningún partido pierde todo ni gana todo.
Y quien pierde hoy puede
recuperarse el día de mañana y el que gana hoy puede perder en la elección
siguiente, y quien gana en un estado de la República puede perder en otro.
Eso es lo que estamos
aprendiendo a ver, ya no hay partidos omnipotentes. A mí me tocó la época de
los nacidos para ganar y los nacidos para perder, bueno eso ya se acabó.
–Si regresara el PRI,
¿sería un retroceso en la marcha democrática?
Valdría la pena ver en qué
condiciones, por ejemplo no es lo mismo que en la próxima elección el
Presidente de la República salga del PRI y sin embargo no tenga la mayoría
absoluta en las Cámaras de Diputados y Senadores, a que si ganara el candidato priísta
también tuviera mayoría absoluta en el Congreso, porque eventualmente en esta
segunda situación no habría contrapesos institucionales suficientes.
Un Presidente de la
República con contrapesos en el Congreso tendría que hablar, pactar, negociar
por necesidad.
En sí mismo la vuelta del
PRI no tiene por qué ser un retroceso si la voluntad de las personas se expresa
en ese sentido, pero creo que es muy importante que se mantenga un cierto
equilibrio de pluralidad dentro de las instituciones del Estado.
–¿Hay un protagonismo
ciudadano?¿ Se pervirtió el termino ciudadanizar?
– Si todos somos ciudadanos
empecemos a hilar más fino. Es decir, quién nos representa. Los ciudadanos
somos un universo enorme, contradictorio, escasamente organizado, que hemos
generado una sociedad civil débil, frágil en nuestro país y sobre todo contra
hecha.
Algunos ciudadanos tienen
mucho poder y otros están privados de voz y de influencia.
Ahora es un término que se
usa y se trae de un lado para otro precisamente ante el desprestigio de los
políticos, de los partidos, de los parlamentos.
Entonces para diferenciarse de eso se quiere hablar en nombre de los
ciudadanos, pero ¡hombre!, para hablar a nombre de los ciudadanos hay que tener
la representación de los mismo. Y uno no se la puede atribuir a sí mismo.
Han transcurrido más de 40
minutos de entrevista, el académico tiene que marcharse, lo esperan en el salón
de clases los alumnos de licenciatura en Ciencias Políticas. Afuera, en el
pasillo, un alumno más aguarda porque quiere una asesoría.
La última pregunta:
–Su nombre y el de Juan
Ramón de la Fuente salieron del PAN, después de que el Presidente Calderón
pidió a su partido abrirse a las candidaturas independientes…
– Eso me parece una
ocurrencia y de muy mal gusto. Si alguien lo dijo de buena fe se lo agradezco,
pero seguramente no me conoce o no sabe en lo que estoy ni lo que pienso. Y si
lo hizo nada más por jugar, la verdad no son juegos que me gusten.
Ni quiero, ni puedo, ni
estoy en disposición, para entrarle a este tipo de juegos. No me interesa.
Los temas de la
conversación intentaron reconstruir la lucha por la democracia de un país: reformas
políticas, lucha sindical, movimientos ciudadanos, transparencia y rendición de
cuentas, todo para intentar entender el escenario de la sucesión del 2012.
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José Woldenberg estudió una
temporada en el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos, quería hacer
cine. Y a pregunta expresa sobre si tuviera que hacer una película de la
historia democrática del país, ¿quiénes serían sus protagonistas? Su respuesta
fue:
PRI: Jesús Reyes Heroles,
Santiago Oñate Laborde y José Luis la Madrid
PAN: Luis H. Álvarez,
Carlos Castillo Peraza, Diego Fernández de Cevallos y Manuel J. Clouthier.
Izquierda: Arnoldo Martínez
Verdugo, Heberto Castillo Martínez, Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo.
Estoy siendo muy injusto,
seguramente estoy dejando de lado a gente del PRI, PAN y del PRD, pero sí sería
una película con muchos personajes.
No es la película de una
persona ni de un partido ni de una administración; no es la película de un Presidente, es de los
esfuerzos de muchos mexicanos que hicieron trabajo desde los partidos y las
organizaciones no gubernamentales
El reparto sería
larguísimo, por eso quizá la película sería muy difícil de hacer.
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