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Autodefensas en Michoacán (foto publicada en Excélsior)

29 de septiembre de 2011

Entrevista a José Woldenberg

Les recomiendo esta entrevista que le hice al politólogo y ex consejero presidente del IFE, José Woldenberg, publicada el 15 de agosto en Excélsior:

Ya no hay partidos omnipotentes, dice Woldenberg

Descarta que un eventual regreso del PRI a Los Pinos sea en sí mismo un retroceso, advierte de la necesidad de mantener equilibrio en el Congreso



Por Fabiola Guarneros Saavedra

La transición democrática es un hecho del pasado y México camina hoy por una democracia germinal con dos pendientes: garantizar el crecimiento económico del país para mejorar las condiciones de vida de los mexicanos, y una reforma política que permita las fórmulas de gobierno ante la nueva realidad pluralista.
Esta reflexión la hace José Woldenberg, ex consejero presidente del Instituto Federal Electoral (IFE). Tiene claro el momento político que vive el país: se acabaron los nacidos para ganar y los nacidos para perder.
“Ya no hay partidos omnipotentes.”
Está convencido del desencanto que existe en la sociedad con los partidos, los políticos e, incluso, con la incipiente democracia. Y los nutrientes de esa decepción son, desde su punto de vista, el funcionamiento, discurso y la conflictividad que emana de los partidos políticos.
Pero para Woldenberg Karakowsky el elemento más importante que alimenta el enojo social y el alejamiento de los partidos, es el económico.
“La economía mexicana no crece con suficiencia y esto genera una enorme irritación,  una distancia de la política… No solamente de libertades, de elecciones y de fenómenos de alternancia y de equilibrio vive la gente…”
El camino que han tomado los partidos políticos en la nueva realidad mexicana,  también son tema de la conversación que el politólogo tiene con Excélsior.
“Si algo bueno pasó en todos los partidos, es que una sola voz, una voluntad no puede imponer al candidato.”
Al PRI lo considera un partido más entre otros; pero acota que hoy ninguno de ellos pierde todo ni gana todo. Considera que un eventual regreso del PRI a la Presidencia de la República no tiene por qué ser un retroceso si así se expresa la voluntad de los ciudadanos en las urnas.
“Pero creo que es muy importante que se mantenga un cierto equilibrio de pluralidad dentro de las instituciones del Estado”; es decir, que exista un contrapeso en las Cámaras de Diputados y Senadores.
José Woldenberg es un hombre de izquierda y conoce al PRD desde su fundación, por eso puede hablar de las virtudes de ese partido que, hoy, se convirtieron en su principal ancla.
“La pluralidad dentro del PRD es un activo, pero se vuelve un problema porque no es fácil conjugar esa diversidad. Las figuras carismáticas (Cuauhtémoc Cárdenas y Andrés Manuel López Obrador) le han permitido crecer y  al mismo tiempo le han impedido una vida más institucional y menos sujeta a la voluntad de un solo individuo.”
Como académico e investigador de las ciencias políticas no especula respecto a la vida interna del PAN. Sabe que hay cinco candidatos y que uno seguramente es el predilecto del presidente Felipe Calderón; pero de lo que sí está convencido es que la discusión y la deliberación de los panistas serán las que definan al aspirante presidencial, pues se quedaron atrás los tiempos en los que una persona decidía el futuro del partido.
Cuando le pregunto si México está preparado para tener una presidenta mujer, Woldenberg asegura que sí:  “¿Por qué no? Otra cosa es que gane. Lo nuevo sería que uno de los tres grandes partidos tuviera una candidata mujer.”
Le platico que el senador panista Ramón Galindo lo propuso a él y a Juan Ramón de la Fuente como aspirantes a una eventual candidatura presidencial independiente dentro del PAN.
El académico responde: “Ni quiero, ni puedo, ni estoy en disposición, para entrarle a este tipo de juegos. No me interesa.”
Nació en Monterrey, Nuevo León, en 1952; estudió Sociología y una maestría en Estudios Latinoamericanos en la UNAM. José Woldenberg inició su lucha político-sindical desde 1974, cuando participó en la fundación del Sindicato de Personal Académico de la UNAM y después, en el 77, en el STUNAM.
Hoy sigue dando clases en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México y tiene un pequeño cubículo en el edificio E, en donde se desarrolla la entrevista. Es mediodía.
–¿Estamos en la transición democrática o nos quedamos en la alternancia?
–La transición democrática es un hecho del pasado, transcurrió entre 1977 y 1997; es decir, es el periodo donde se dieron una serie de conflictos muy agudos en materia electoral que acabaron modificando las normas, las instituciones e impactando la correlación de fuerzas en México.
La transición se dio en esos 20 años y fue la que permitió la alternancia, sin esos cambios hubiera sido inimaginable un fenómeno como el que vivimos en el 2000, cuando un candidato del PAN, entonces apoyado por el PVEM, derrotó en las urnas a los aspirantes del PRI y el PRD.
–¿Qué pasa con los partidos y los ciudadanos, tenemos claro el rumbo a seguir en la construcción de la democracia?
–Lo que logramos construir como país fue una germinal democracia; es decir, un sistema político donde la pluralidad ideológica que existe puede expresarse, recrearse, competir y convivir de manera institucional y ordenada.
Para mí no es poco, pero no es una varita mágica que acabe con todos los pendientes. La agenda de los problemas nacionales es enorme y no atenderla, puede erosionar los propios cimientos de la germinal democracia.
¿En qué estoy pensando? Hay un desencanto muy grande en nuestro país, con los partidos, con los políticos y me temo que con la incipiente democracia que tenemos. Y debemos preguntarnos de dónde proviene este desencanto.  Mucho tiene que ver  con el funcionamiento, el discurso, la conflictividad que emana de los propios partidos políticos.

EL DESENCANTO
José Woldenberg siempre ha sido un político de izquierda. Su lucha cívica la inició en el Movimiento de Acción Popular (MAP), 1981, desde donde quería impulsar la intervención de las organizaciones en todas las esferas de la sociedad.
“El desencanto en México tiene un nutriente económico y social. De 1982 a la fecha, estamos hablando de prácticamente 30 años, la economía mexicana no crece con suficiencia y esto ha hecho que las condiciones materiales de vida de los mexicanos no mejoren en lo sustantivo. Esto genera una enorme irritación, una distancia de la política…
“Porque no solamente de libertades y de elecciones, de fenómenos de alternancia y de equilibrio entre las fuerzas vive la gente. A ellos les preocupa por sobre todo, quizá,  sus condiciones materiales de vida”, explica como si dictara una conferencia.
–¿Qué les pasó a los partidos?
–Hoy son más plurales, son más importantes que nunca. Durante muchos años, México vivió bajo el cobijo de un partido casi único, hegemónico; es decir, había uno y a su lado partidos testimoniales o germinales, pero todo el mundo sabía que lo fundamental de la política se procesaba bajo las siglas del PRI.
Hoy hemos transitado a un sistema equilibrado de partidos.
–¿En qué están ocupados los partidos?
–Yo creo que todos estamos aprendiendo a vivir en un mundo de pluralidad; es decir, durante muchos años, los términos: negociación, diálogo, acuerdo eran inexistentes en el Congreso, había una fuerza mayoritaria que podía tomar  decisiones sin tomar en cuenta a los minoritarios. Hoy ningún partido tiene esa mayoría.
Los partidos tienen una vida interna muy intensa, están preocupados por sus candidatos a diputados, senadores, presidente de la República y gobernadores, y esto tiene que verse como algo natural.
Durante muchos años, el Presidente de la República se decidía por la voluntad de una persona; era la época del “tapado”, del “dedazo”.
–Los partidos están viviendo sus procesos internos de manera novedosa, los acuerdos no llegan porque ahora hay pluralidad y cuesta trabajo lograr consensos cuando hay diferencias profundas entre los actores políticos, pero ¿no vamos muy lento?
–Sí, yo creo que muchos de los asuntos de la agenda nacional urge desahogarlos. Los dos grandes ejes de la tarea política el día de hoy son: la construcción de una mínima equidad dentro de la sociedad mexicana y una reforma de carácter político que sintonice mejor las fórmulas de gobierno a las nuevas realidades pluralistas.
Una de las prioridades del país es pensar cómo vamos a avanzar en materia económica, pero con un crecimiento capaz de generar empleo, de abatir la migración hacia Estados Unidos, y de atender las necesidades de los jóvenes.
Y en este sentido sí hemos sido muy morosos.
–De lo que usted imaginó en su lucha política-sindical, ¿qué se consiguió?, ¿qué queda pendiente?
En materia democrática hemos avanzado y en materia de equidad nada, cero.
Si uno ve el mundo de la política mexicana, antes teníamos un sistema de partido casi único, hoy, uno plural; antes, elecciones sin competencia, hoy, competidas.
Verá un mundo de la representación política que antes era monocolor y ahora es plural; antes teníamos un Presidencia toda poderosa, hoy una acotada; antes teníamos un Congreso subordinado y hoy, uno cuya mecánica interna es la que define su ruta.
Antes teníamos una Corte que en materia política prácticamente no significaba nada y hoy tenemos una que es un auténtico árbitro cuando hay conflicto entre Poderes.
Antes teníamos muy estrechos márgenes en la libertad de expresión, hoy esos márgenes se han ampliado. Es decir, hay avances.
En donde el país parece no moverse y no conmoverse es en lo que se refiere a la inequidad de la vida social.  ¡Hombre!, no se necesita ser sociólogo, economista, historiador, basta salir a las calles e ir a las diferentes ciudades y pueblos mexicanos para darse cuenta de que somos una sociedad desintegrada, con una muy escasa cohesión  social.

LA SUCESIÓN
La carrera político-partidista de Woldenberg Karakowsky tomó forma cuando participó en la fundación del Partido Socialista Unificado de México (PSUM), 1981-1987, y después en la del Partido Mexicano Socialista (PMS), en donde estuvo hasta el 89.
Pero para hablar del PRD tiene autoridad, pues lo vio nacer en 1989 y estuvo ahí hasta 1991 cuando renunció.
–Hoy, ¿qué significa ser de izquierda?
–Una vocación por afianzar y desplegar una política que tienda a la equidad. Yo creo que esa es la bandera fundamental de la izquierda.
La izquierda democrática tiene que ser capaz de conjugar dos valores fundamentales de la modernidad: libertad e igualdad.
–¿Tenemos un partido que represente esa izquierda?
–Tenemos partidos de izquierda, movimientos de izquierda, agrupaciones de izquierda y en los propios partidos hemos visto que no son monolíticos, que hay corrientes distintas.
–¿Es sano para el PRD tener dos movimientos de izquierda tan diferentes, me refiero a Demócratas de Izquierda que impulsa a Marcelo Ebrard y Morena, de Andrés Manuel López Obrador?
–Si a través de ellos expresan diferentes voces, sí. , El asunto está en otro lado. La enorme virtud del PRD ha sido también un problema mayor para ellos mismos.
Desde su fundación, el PRD recibió en sus filas corrientes políticas distintas y ahí radicaba parte de su fuerza y de su atractivo, pero cuando hay esas concepciones diversas se necesita una enorme maestría para tratar de articularlas, conjugarlas, sin exclusiones.
Si a ello le sumamos que el crecimiento del PRD se debe también a la existencia de dos liderazgos carismáticos muy fuertes, el del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas y el de Andrés Manuel López Obrador, al partido, entonces, le resulta muy difícil conjugar eso que es un capital político.
Las figuras carismáticas han sido un haber para el PRD y le han permitido crecer, pero al mismo tiempo le han impedido una vida más institucional y menos sujeta a la voluntad de un solo individuo.
–¿Qué significa ser de derecha hoy?
–Pues tradicionalmente la derecha ha puesto el acento en las libertades y le ha dado la espalda a los temas de la equidad y la justicia social.
–¿El PAN era mejor como partido de oposición que como partido de gobierno?
–Acción Nacional fue en lo fundamental un partido de carácter testimonial; lo que le importaba era dar fe y denunciar una seria de prácticas antidemocráticas, corruptas.
Luego vivió un proceso de fortalecimiento paulatino, ganó algunas gubernaturas, presidencias municipales, creció en el Congreso y se empezó a convertir en un partido de gobierno y de oposición a la vez.
–¿El PAN está cayendo en la inercia de imponer desde la Presidencia al sucesor? Lo intentó Fox con Creel y ahora Calderón tiene un favorito…
No conozco a detalle la vida interna del PAN, pero por lo que estamos viendo hay una serie de candidatos, al parecer  uno es el predilecto del Presidente, y ahí va haber una disputa para ver quién es el candidato. No me cabe la menor duda.
Si algo bueno pasó en todos los partidos es que ya una sola voz, una sola voluntad no puede imponer al candidato; vamos a ver incluso qué pasa en el PRI, en el PRD, en el PAN, en los partido que hoy obtienen menos votación. Vamos a ver...
–¿Qué es el PRI?
–Es un partido entre otros. Un partido que tiene raíces muy profundas,  quizá las redes de relaciones más bastas dentro del país y que como sucede en los sistemas democráticos, ningún partido pierde todo ni gana todo.
Y quien pierde hoy puede recuperarse el día de mañana y el que gana hoy puede perder en la elección siguiente, y quien gana en un estado de la República puede perder en otro.
Eso es lo que estamos aprendiendo a ver, ya no hay partidos omnipotentes. A mí me tocó la época de los nacidos para ganar y los nacidos para perder, bueno eso ya se acabó.
–Si regresara el PRI, ¿sería un retroceso en la marcha democrática?
Valdría la pena ver en qué condiciones, por ejemplo no es lo mismo que en la próxima elección el Presidente de la República salga del PRI y sin embargo no tenga la mayoría absoluta en las Cámaras de Diputados y Senadores, a que si ganara el candidato priísta también tuviera mayoría absoluta en el Congreso, porque eventualmente en esta segunda situación no habría contrapesos institucionales suficientes.
Un Presidente de la República con contrapesos en el Congreso tendría que hablar, pactar, negociar por necesidad.
En sí mismo la vuelta del PRI no tiene por qué ser un retroceso si la voluntad de las personas se expresa en ese sentido, pero creo que es muy importante que se mantenga un cierto equilibrio de pluralidad dentro de las instituciones del Estado.
–¿Hay un protagonismo ciudadano?¿ Se pervirtió el termino ciudadanizar?
– Si todos somos ciudadanos empecemos a hilar más fino. Es decir, quién nos representa. Los ciudadanos somos un universo enorme, contradictorio, escasamente organizado, que hemos generado una sociedad civil débil, frágil en nuestro país y sobre todo contra hecha.
Algunos ciudadanos tienen mucho poder y otros están privados de voz y de influencia.
Ahora es un término que se usa y se trae de un lado para otro precisamente ante el desprestigio de los políticos, de los partidos, de los parlamentos.  Entonces para diferenciarse de eso se quiere hablar en nombre de los ciudadanos, pero ¡hombre!, para hablar a nombre de los ciudadanos hay que tener la representación de los mismo. Y uno no se la puede atribuir a sí mismo.
Han transcurrido más de 40 minutos de entrevista, el académico tiene que marcharse, lo esperan en el salón de clases los alumnos de licenciatura en Ciencias Políticas. Afuera, en el pasillo, un alumno más aguarda porque quiere una asesoría.
La última pregunta:
–Su nombre y el de Juan Ramón de la Fuente salieron del PAN, después de que el Presidente Calderón pidió a su partido abrirse a las candidaturas independientes…
– Eso me parece una ocurrencia y de muy mal gusto. Si alguien lo dijo de buena fe se lo agradezco, pero seguramente no me conoce o no sabe en lo que estoy ni lo que pienso. Y si lo hizo nada más por jugar, la verdad no son juegos que me gusten.
Ni quiero, ni puedo, ni estoy en disposición, para entrarle a este tipo de juegos. No me interesa.
Los temas de la conversación intentaron reconstruir la lucha por la democracia de un país: reformas políticas, lucha sindical, movimientos ciudadanos, transparencia y rendición de cuentas, todo para intentar entender el escenario de la sucesión del 2012.

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José Woldenberg estudió una temporada en el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos, quería hacer cine. Y a pregunta expresa sobre si tuviera que hacer una película de la historia democrática del país, ¿quiénes serían sus protagonistas? Su respuesta fue:
PRI: Jesús Reyes Heroles, Santiago Oñate Laborde y José Luis la Madrid
PAN: Luis H. Álvarez, Carlos Castillo Peraza, Diego Fernández de Cevallos y Manuel J. Clouthier.
Izquierda: Arnoldo Martínez Verdugo, Heberto Castillo Martínez, Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz  Ledo.
Estoy siendo muy injusto, seguramente estoy dejando de lado a gente del PRI, PAN y del PRD, pero sí sería una película con muchos personajes.
No es la película de una persona ni de un partido ni de una administración;  no es la película de un Presidente, es de los esfuerzos de muchos mexicanos que hicieron trabajo desde los partidos y las organizaciones no gubernamentales
El reparto sería larguísimo, por eso quizá la película sería muy difícil de hacer.

Aquí el enlace:
http://www.excelsior.com.mx/index.php?m=nota&id_nota=761008

Educación y Democracia

Aquí les dejo el artículo de opinión del domingo 25 de septiembre, publicado en Excélsior.

 

EDUCACIÓN Y DEMOCRACIA

ENLACE mostró un país rezagado en la enseñanza básica, y el desarrollo social se logra con un pueblo educado.

Hace 90 años nació la Secretaría de Educación Pública (SEP), José Vasconcelos cabildeó con diputados y el entonces presidente Álvaro Obregón un proyecto educativo nacional, que alfabetizara e instruyera a los mexicanos con una visión integral y de desarrollo.
La idea de Vasconcelos era transformar a los sectores marginados en grupos productivos y creadores, para que la población se integrara en “una unidad nacional libre y democrática.” Luchó por crear una estructura educativa para las mayorías.
El primer secretario de Educación Pública estaba convencido de que la educación permitía “modelar a los hombres para una función social”; es decir, prepararlos para que tuvieran un papel protagónico en el desarrollo del país.
Y así es, la educación es la base del progreso económico y cultural de una nación; procura el bienestar y la paz social, pero ¿cómo crece un país con 33 millones de mexicanos de 15 años y más en condiciones de rezago educativo?
¿De qué tamaño es el compromiso de nuestras autoridades con la educación que se imparte en las primarias, secundarias y bachilleratos? Si revisamos los resultados de la más reciente prueba ENLACE, el panorama es desalentador y revela que no hay ningún compromiso con los futuros ciudadanos.
Más de nueve millones de estudiantes, de los 14 millones evaluados con ENLACE, tienen nivel de “insuficiente” y “elemental” en Matemáticas, e “inquietantes” en lectura y escritura.
La OCDE, después de analizar los resultados de la prueba PISA del 2009, estimó que en un lapso de 80 años, México no ganará 25 billones de dólares, porque 50 por ciento de los estudiantes mexicanos de 15 años no tienen los conocimientos básicos para enfrentar la vida cotidiana y así contribuir al crecimiento económico del país.
Educar democratiza, permite superar las desigualdades sociales, acorta la brecha entre ricos y pobres, hace crecer a una nación. Un país educado, culto, preparado con las herramientas que dan los libros, el arte, la ciencia y la técnica, avanza.
Un ciudadano educado exige sus derechos, atiende sus obligaciones, trabaja por su país y aporta valores.
Un país que exhibe su rezago educativo --pues más del 60 por ciento de sus estudiantes de primaria obtiene calificaciones de “insuficiente y elemental”--, tiene un compromiso pendiente con el desarrollo.
Han pasado 90 años y el ideal de Vasconcelos de quitarle la ignorancia a los mexicanos aún no se concreta; tampoco hemos logrado que todos tengan acceso a la educación gratuita, ni se ha disminuido la brecha entre ricos y pobres. México avanza lento.
El secretario de Educación Pública, Alonso Lujambio, la líder del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), Elba Esther Gordillo, y nuestros gobernantes no deberían de estar de fiesta, los resultados en español, lectura, matemáticas, geografía e historia nos colocan como un país con rezagos. ¿Quién puede sentirse satisfecho?
Hoy, es necesario renovar el pacto educativo y desempolvar el objetivo del filósofo oaxaqueño: que no haya un solo analfabeta en el país. Pero para ello se necesita un compromiso con México, no una “alianza educativa” de membrete entre SEP y SNTE ni la que justifica el gobierno federal con Elba Esther Gordillo, porque se confunde con los intereses electorales.
Para que México continúe su construcción democrática y crezca económicamente necesita que las autoridades, legisladores, maestros y padres de familia vean en la educación una herramienta de desarrollo social.

La liga:
http://www.excelsior.com.mx/index.php?m=nota&id_nota=770453 

Clases de Civismo

Les comparto mi artículo de opinión publicado en Excélsior, el domingo 18 de septiembre:


CLASES DE CIVISMO

Los escándalos parecen ser la única lección a aprender en los recintos parlamentarios

Cuando los niños juegan a la política y acuden a un recinto legislativo para aprender del quehacer parlamentario, el derecho a la participación y a la propuesta, terminan por imitar el rol de algunos legisladores: toman la tribuna, sacan pancartas y montan un espectáculo que no ayuda en la construcción de los deberes cívicos.
Eso pasó el martes 13, en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, cuando 51 niños de diferentes escuelas participaron en el Segundo Parlamento Infantil. Los alumnos de sexto de Primaria y primero de Secundaria fueron convocados a expresar sus inquietudes, los problemas que hay en sus comunidades y las propuestas de solución.
Los estudiantes fueron invitados al salón de sesiones de Donceles y Allende para realizar un ejercicio democrático. Ellos, los pequeños legisladores, asumieron su papel con responsabilidad; prepararon sus temas y expusieron lo que les preocupa: escasez de agua, bullying, seguridad en las escuelas y protección del medio ambiente.
En eso estaban, aprendiendo a debatir con argumentos, cuando tres niñas tomaron la tribuna, interrumpieron al orador y sacaron una cartulina que decía: “Luchemos todos por los derechos de los niños y niñas”.
Nos estamos acostumbrando al espectáculo en los recintos legislativos. Hemos visto a políticos tomar la tribuna, desplegar mantas, colocarse máscaras de cochino u orejas de burro, entrar con caballos y arrojar costales con boletas electorales.
Ya vimos a diputados bloquear los accesos en la Cámara de Diputados para que Vicente Fox no entregara su último informe de gobierno y un año después, los legisladores de oposición intentaron impedir que Felipe Calderón rindiera protesta como Presidente de la República.
A la Asamblea entraron mujeres en ropa interior y el diputado Cristian Vargas Sánchez, en una ocasión, destrozó una puerta de cristal y, en otra, colocó bajo la tribuna una bicicleta, que obtuvo a golpes; quizá por eso a la legisladora Edith Ruiz Mendicuti se le hizo natural propiciar el escándalo en el Parlamento Infantil.
Las niñas no subieron a la tribuna ni interrumpieron a su compañero por iniciativa propia, de hecho estaban apenadas, y el resto de los estudiantes, desconcertados. Un colaborador de la diputada Ruiz Mendicuti les pidió que hicieran ese “pequeño show” y les entregó la cartulina que tenía que mostrar.
Así enseñan civismo nuestros legisladores.
Se les olvida que el civismo fomenta  un comportamiento respetuoso que nos permite convivir de manera ordenada y pacífica en la sociedad, y nos enseña el valor de la autoridad, de las leyes, de los símbolos patrios, de las instituciones y de los miembros de nuestra comunidad.
Y los deberes cívicos adquieren mayor relevancia cuando los ciudadanos ocupan cargos públicos y nos gobiernan.
El Parlamento Infantil surgió para propiciar un espacio en el que los niños aprendan a ejercer plenamente su derecho a la participación, y con sus propuestas promuevan los cambios que ellos consideran necesarios para su comunidad.
Es un taller para construir un proyecto de país democrático, plural y reconocer los valores de la transparencia, la honestidad y el compromiso.
Pero en la Asamblea lo que vimos fue una lección de incivilidad, esa que se propaga, merma la convivencia y destruye una sociedad.
Con su “civismo”, los legisladores desgastan la figura parlamentaria, abonan al descrédito de los políticos, pierden el respeto de la ciudadanía y le quitan el legítimo valor a la protesta.
El próximo martes, Marcelo Ebrard, jefe de gobierno del D.F., acudirá a la Asamblea a rendir su Quinto Informe de Gobierno, ¿cuál será la clase de civismo que veremos?

Aquí el enlace:

19 de septiembre de 2011

19 de septiembre de 1985

El radio del Volkswagen 71 falló. Dejamos de escuchar a Sergio Rod y su transmisión de "Batas, pijamas y pantuflas". Yo sólo sentí un movimiento raro en el coche, como si otro auto le hubiera pegado por la parte de atrás.
"¡Está temblando", dijo mi mamá, mientras metía freno al vocho. En el radio ya no se escuchaba nada y yo sólo vi como se movían los cables sujetados a los postes de luz. Eran las 7:19 de la mañana, apenas teníamos unos minutos para llegar a tiempo a la secundaria y esa era la preocupación de mi hermano, no llegar tarde.
Esperamos unos minutos, igual que los otros vehículos que circulaban por la calzada Ermita, y continuamos la marcha. El tráfico se hizo pesado, lento, y ya no nos acompañaba, como todos los días, la voz del locutor del programa de radio que le gustaba a mi mamá escuchar mientras manejaba.
Llegamos tarde a la secundaria y sólo encontramos escombros. Uno de los edificios de la escuela se derrumbó y el otro resultó dañado. Afortunadamente no había niños adentro, la hora de entrada era 7:20 y Faustita, la directora, era muy quisquillosa con los horarios y las reglas.
No entendí en ese momento la magnitud del temblor ni tampoco por qué se había callado Sergio Rod. Años después supe que había muerto en el sismo del 85 mientras estaba en la cabina.
Como estaba con mis amigas y todas estábamos bien esa mañana del 19 de septiembre no sentí angustia, no entendía lo que pasaba. El miedo llegó horas después, cuando empezó a oscurecer y no había luz, en las calles había mucha gente y hablaban de una posible réplica, de una especie de amenaza.
Mi mamá decidió que nos juntaríamos con la familia en casa de mi tío, una casa muy grande, donde estaban mi abuela y bisabuela. Ahí nos quedamos un buen tiempo.
Mi tío Andrés estaba muy preocupado porque no sabia nada de mi tía Francis. Ella trabajaba en el edificio de Televicentro que se derrumbó esa mañana y debía estar ahí, pues su hora de entrada era las 6 de la mañana.
Francis se salvó. La noche anterior se había reunido con un corresponsal de Televisa, ella era la coordinadora de corresponsales nacionales, y bebieron hasta entrada la madrugada. No llegó a tiempo a Televicentro.
Cuando Francis llegó a Televisa y vio el desastre pensó que era un ataque y se subió a una moto patrulla y recorrió el centro de la Ciudad, vio la devastación. Se encontró a Jacobo Zabludovsky y le comentó lo que ella había visto. Jacobo hizo lo suyo, salió a reportear y transmitir en vivo lo que se podía.
Cuando mi tía llegó a la casa, que se convirtió en el bunker familiar, traía con ella cientos de hojas con nombres de personas reportadas como desaparecidas. Nuestra tarea consistía en ordenar los nombres por orden alfabético, por zona, por edad. Esos nombres que habíamos ayudado a ordenar durante semanas se transmitieron en el espacio de "XHGC al Servicio de la Comunidad".
La secundaria la terminé en aulas prefabricadas, cursaba el tercer grado. Antes de que montaran esos salones de lámina en el patio trasero de la escuela, nos mandaron a la Secundaria 127 a tomar clases cada tercer día, porque ellos tenían que atender a sus propios alumnos. No nos gustaba, allá en esa escuela éramos los arrimados.
Las aulas prefabricadas, en cambio, eran para nosotros, quizá por eso nos sentimos contentos cuando nos informaron que regresaríamos a nuestra Secun, con nuestros compañeros y amigos.

Hoy han pasado 26 años y vienen los recuerdos para desempolvarlos.
Foto de Ulises Castellanos

12 de septiembre de 2011

Palabras y Poderes


Hay palabras que pesan demasiado y son incómodas, pero no son las frases ni los señalamientos los que crean inestabilidad en el país; ésta se alimenta de la impunidad, de la corrupción y de la desigualdad social.
Las palabras transformadas en acusaciones, sin pruebas, generan encono, resentimiento, confrontación; pero son los hechos y las omisiones lo que llevan al país a perder el estado de derecho.
En los últimos días hemos visto al Poder Ejecutivo cuestionar la actuación del Poder Judicial. El presidente Felipe Calderón ha pedido evaluar el desempeño de los jueces y ha señalado que algunos fomentan la impunidad y la corrupción.
La Suprema Corte se ha defendido y su presidente, Juan Silva Meza, le ha pedido que sustente los presuntos actos de corrupción. Apenas, el martes, el Consejo de la Judicatura Federal dijo a Calderón que cuestionar el trabajo de los jueces por consigna y sin pruebas atenta contra la estabilidad nacional.
En nuestro tránsito hacia la democracia hemos dejado atrás Poderes autoritarios y otros sumisos; estamos construyendo el equilibrio, el sistema de frenos y contrapesos, por eso hoy vemos a dos de ellos ventilar sus diferencias en público, expresar sus desacuerdos y lanzarse acusaciones.
¿Cuál debiera ser el debate de fondo? Sin duda, la revisión de nuestro sistema de justicia. Cuestionarnos cuáles son las deficiencias perennes. ¿Es obsoleta la legislación que tenemos? ¿Qué  es lo que falla, la integración de expedientes que se entregan a la autoridad judicial o el criterio de los jueces?
El presidente Calderón  tiene razón cuando dice que está cansado de la actuación de los jueces: “Uno los agarra y los agarra (a los delincuentes) y los sacan y los sacan”.
Pero también los jueces están en lo correcto cuando señalan que no todos los expedientes llegan bien integrados ni con las pruebas suficientes.
Pero entre una y otra verdad, los hechos le dicen al ciudadano que algo anda mal, que no hay castigo para los delincuentes ni existe la justicia en México.
Los hechos: liberación del asesino confeso de Rubí, hija de la activista Marisela Escobedo, asesinada en Chihuahua; la de Jorge Hank Rhon, a quien se le encontraron 88 armas en su casa, porque no se integró bien el expediente; Greg Sánchez abandona la prisión porque PGR no entregó pruebas suficientes para acreditar lavado de dinero y delincuencia organizada, y lo mismo pasó con los 11 presidentes municipales de Michoacán detenidos por presuntos vínculos con el narcotráfico.
Uno de los responsables del incendio del Casino Royale, en Monterrey, ya había sido detenido por robo con violencia y fue liberado por un juez, y Néstor Moreno Díaz, ex funcionario de CFE acusado de enriquecimiento ilícito, obtuvo un amparo para no ser encarcelado.
A Antonio Zúñiga, el presunto culpable, lo condenaron a prisión por la penosa actuación del Ministerio Público y del juez, a pesar de ser inocente. Y como éstos, hay miles de casos.
Son los resultados en materia de procuración e impartición, los que señalan las deficiencias de nuestro sistema de justicia y los que generan la inestabilidad.
El llamado es a revisar dónde está la falla e involucra al Poder Legislativo, que en este intercambio de acusaciones entre Ejecutivo y Judicial guardó silencio.
La solución está en la corresponsabilidad.

Aquí la liga:

 Publicado el domingo 11 de septiembre en Excélsior

La deuda


Les comparto mi primer artículo de opinión, publicado el 4 de septiembre en Excélsior:

Nos quedaron debiendo el periodo extraordinario de sesiones. Los partidos representados en el Congreso de la Unión no lograron superar las diferencias en los temas que darían al país certidumbre financiera, seguridad, instituciones sólidas, reglas electorales claras y una reforma política con mayor participación ciudadana.
En las Cámaras de Senadores y Diputados se quedaron pendientes: la Ley de Seguridad Nacional, las iniciativas contra el lavado de dinero, en materia de jurisdicción militar, la que crea el mando único policial; las nuevas leyes para combatir la corrupción y el nombramiento de tres consejeros del IFE.
Las fuerzas políticas traen su propia agenda y la pluralidad que vivimos en el Congreso no permite a nadie pasar por encima del otro con la práctica antigua del “mayoriteo”. Hoy es necesario buscar el voto del adversario, llegar al acuerdo, garantizar la gobernabilidad.
Inicia un nuevo periodo ordinario de sesiones y la cuenta regresiva del último año de la LXI Legislatura, es la oportunidad para que los diputados y senadores apuntalen las estructuras del país que nos toca construir a todos. Los partidos políticos tendrán que negociar la Ley de Ingresos, el Presupuesto de Egresos y los criterios de la política económica para el próximo año, y al mismo tiempo ocuparse de dirimir sus diferencias internas por la sucesión presidencial y elegir a sus candidatos.
Mientras tanto, los pendientes nacionales que han minado al país como la inseguridad, las muertes y la violencia provocada por el crimen organizado, el desempleo, la corrupción en los sindicatos y estructuras de gobierno, la pobreza y la impunidad seguirán estallando y recordándole a los partidos que se necesitan las reformas.
¿Qué país queremos? ¿Nos quedamos con éste, así como está, con leyes que ya no funcionan para la época que estamos viviendo?  No importa quién gane la Presidencia de la República en 2012, si no se hacen las reformas necesarias no se podrá  gobernar México.
Claro que hay proyectos distintos de país, eso abona a favor de la democracia, pero hay que dar el paso que permita la gobernabilidad dentro de la pluralidad de ideas.
Si los partidos no logran los acuerdos, el país no avanza. Hoy no tenemos las herramientas jurídicas para pegarle al crimen organizado en donde más le afecta: el dinero y sus propiedades.
Carecemos de los instrumentos legales para acabar con la corrupción en los cuerpos policiacos y tampoco nos hemos puesto de acuerdo en dónde queremos que estén las fuerzas armadas: en la calle, combatiendo al crimen organizado porque no tenemos policías limpias e incorruptibles, o en los cuarteles.
La deuda con México crece y los partidos no han respondido con leyes para proteger a las víctimas de los grupos criminales, a los desempleados, a los que viven en extrema pobreza.
De nada sirve prometer reformas como reacción a una tragedia, porque los políticos pierden credibilidad. Escuchamos lo mismo cuando ocurrió la masacre de jóvenes en Villas de Salvárcar y la de los migrantes de San Fernando, el ataque en el casino de Monterrey o cada que desaparecen militares, marinos, alcaldes, periodistas, mujeres o niños.
Ahí están los familiares de los mexicanos que hemos perdido.
Y mientras se cultiva la parálisis legislativa, la impunidad gana terreno, crece el descrédito de los partidos y el hartazgo de los ciudadanos hacia sus políticos.
El tercer año de la LXI Legislatura es la oportunidad para empezar a pagar la deuda que los partidos y autoridades tienen con México.

Aquí la liga: