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Autodefensas en Michoacán (foto publicada en Excélsior)

18 de septiembre de 2014

¿Viva México?

Por razones a estas alturas obvias, septiembre es el mes dedicado a rendir culto a las tradiciones nacionales. Aunque no está marcado como día feriado oficial, mañana muchos no irán a la escuela o al trabajo para celebrar las fiestas de Independencia. Los críticos de este modo de ser tan a la mexicana cuestionarán que los puentes no son saludables para una economía en recuperación. Pero si de alguna forma se reactiva el turismo o la industria del sope o la quesadilla, algún beneficio habrá, ¿no?
Al final de cuentas, es la cultura del mexicano. La más folclórica, vistosa, simpática, inofensiva, en apariencia. Duplicar o cuadruplicar los días de fiesta (si es que desde ayer sábado varios comenzaron ya la celebración patriotera) suena divertido como ejercicio de transgresión pero, al fin y al cabo, es resultado de una cultura donde podemos hacer este tipo de travesuras sin que haya consecuencias: los alumnos que falten a clases podrán tener una falta en su récord que al final no pesará en su calificación final, por ejemplo. Por más anecdóticas que pudiera parecer, en estas pequeñas semillas de conducta cotidiana se siembra la corrupción.
Ya lo dijo en entrevista el auditor Superior de la Federación,Juan Manuel Portal: “(La corrupción) es parte de la cultura, no de la naturaleza, no de la genética. Por eso se dice: un mexicano que cruza la frontera se porta bien inmediatamente que la cruza; sí, pero eso es cultural, allá sí hay sanción. Es lo que tenemos que hacer aquí, crear un instrumento que pueda aplicar sanciones y que se hagan públicas, que todo mundo sepa”, (Excélsior 5/9/2014).
La auténtica mecánica nacional es que, a cada transgresión, no haya sanción. O si la hay, es irrelevante. Ya bastante de ese ejemplo hemos tenido con el magisterio en Oaxaca, cuyo plantón sigue adornando una porción del Monumento a la Revolución para recordarnos cómo aquella entidad ha instaurado un estado de excepción en relación con la Reforma Educativa. Pero la mata sigue dando.
No es muy distinto lo que ocurre en Sonora. Una minera de la magnitud de Grupo México crea una catástrofe ecológica en el río Bacanuchi y la máxima sanción estipulada en la ley alcanza los 40 millones de pesos, que deben ser el equivalente a cacahuates para los ingresos de aquel consorcio. Más que castigo, parece un estímulo para seguir contaminando impunemente. La presión federal (vía Congreso y gobierno) obligó a la empresa de Germán Larrea a crear un fondo de dos mil millones de pesos para la reparación de los daños (que no habrían ocurrido si la protección al ambiente fuera parte integral de nuestra cultura), a reserva de si se decide emprender alguna acción penal, que a estas alturas sería indispensable para garantizar que una tragedia así no se volviera a repetir.
La sensibilidad social tampoco está en el ADN de la idiosincracia. Al menos así lo demuestra el gobernadorGuillermo Padrés, en la mira por haber construido una represa y unos pozos en una propiedad suya sin reflexionar cuánto podría afectar el abastecimiento de agua para los pobladores de la zona. Lo obvio es que se trata de una obra, por decir lo menos, impertinente. Ahora, autoridades federales averiguan si, además, su construcción fue ilegal.
Bateado por el gobierno federal, el mandatario sonorense paga el costo de haber expulsado a delegados de dependencias como Semarnat y Profepa que denunciaron la represa, a los que acusó de actuar con “tintes políticos”. Los mismos que estaban detrás de la fallida propuesta deMarcelo Ebrard por debatir su responsabilidad en el desastre de la Línea 12, intentando atraer reflectores mientras una treintena de sus otrora subordinados están bajo proceso por decisiones que, inequívocamente, le corresponden al anterior jefe de Gobierno.
Así, intentar hacerse a un ladito puede ser considerada, precisamente, otra de esas tradiciones mexicanas muy ad hoc con el relajamiento de estos días. La misma frase, pero con otro significado, puede ser aplicada a Andrés Manuel López Obrador, que fiel a su estilo volvió a mandar al diablo a las instituciones, esta vez desairando a la Mesa Directiva del Senado que lo esperaba para la entrega de las firmas para pedir la consulta contra la Reforma Energética. Más que la grosería a los legisladores, de nueva cuenta el discurso anticipa la próxima bandera de movilización: si los ministros de la Suprema Corte recurren a “argucias legaloides” para desechar su solicitud, estarían dando un “golpe de Estado”, dijo en la arenga que, adivine desde ahora, será el lema con el que Morena buscará posicionarse entre sus fieles. Acorde con su tradición, pues.
Y ya ni hablar de un Gustavo Madero que, al entregar también las firmas sobre la consulta sobre el salario, consideró que la corrupción es un “problema cultural”. Algo debe saber si es precisamente ese el tema de los escándalos que han rodeado a sus grupos parlamentarios, los mismos que impulsarán —dicen— las leyes contra la corrupción. Con este tipo de comicidad no queda más remedio que celebrar que como México no hay dos... afortunadamente.
                Twitter: @Fabiguarneros

Publicado el 13 de septiembre de 2014 en Excélsior



Fabiola Guarneros-¿Viva México?

¿Viva México?

Por razones a estas alturas obvias, septiembre es el mes dedicado a rendir culto a las tradiciones nacionales. Aunque no está marcado como día feriado oficial, mañana muchos no irán a la escuela o al trabajo para celebrar las fiestas de Independencia. Los críticos de este modo de ser tan a la mexicana cuestionarán que los puentes no son saludables para una economía en recuperación. Pero si de alguna forma se reactiva el turismo o la industria del sope o la quesadilla, algún beneficio habrá, ¿no?
Al final de cuentas, es la cultura del mexicano. La más folclórica, vistosa, simpática, inofensiva, en apariencia. Duplicar o cuadruplicar los días de fiesta (si es que desde ayer sábado varios comenzaron ya la celebración patriotera) suena divertido como ejercicio de transgresión pero, al fin y al cabo, es resultado de una cultura donde podemos hacer este tipo de travesuras sin que haya consecuencias: los alumnos que falten a clases podrán tener una falta en su récord que al final no pesará en su calificación final, por ejemplo. Por más anecdóticas que pudiera parecer, en estas pequeñas semillas de conducta cotidiana se siembra la corrupción.
Ya lo dijo en entrevista el auditor Superior de la Federación,Juan Manuel Portal: “(La corrupción) es parte de la cultura, no de la naturaleza, no de la genética. Por eso se dice: un mexicano que cruza la frontera se porta bien inmediatamente que la cruza; sí, pero eso es cultural, allá sí hay sanción. Es lo que tenemos que hacer aquí, crear un instrumento que pueda aplicar sanciones y que se hagan públicas, que todo mundo sepa”, (Excélsior 5/9/2014).
La auténtica mecánica nacional es que, a cada transgresión, no haya sanción. O si la hay, es irrelevante. Ya bastante de ese ejemplo hemos tenido con el magisterio en Oaxaca, cuyo plantón sigue adornando una porción del Monumento a la Revolución para recordarnos cómo aquella entidad ha instaurado un estado de excepción en relación con la Reforma Educativa. Pero la mata sigue dando.
No es muy distinto lo que ocurre en Sonora. Una minera de la magnitud de Grupo México crea una catástrofe ecológica en el río Bacanuchi y la máxima sanción estipulada en la ley alcanza los 40 millones de pesos, que deben ser el equivalente a cacahuates para los ingresos de aquel consorcio. Más que castigo, parece un estímulo para seguir contaminando impunemente. La presión federal (vía Congreso y gobierno) obligó a la empresa de Germán Larrea a crear un fondo de dos mil millones de pesos para la reparación de los daños (que no habrían ocurrido si la protección al ambiente fuera parte integral de nuestra cultura), a reserva de si se decide emprender alguna acción penal, que a estas alturas sería indispensable para garantizar que una tragedia así no se volviera a repetir.
La sensibilidad social tampoco está en el ADN de la idiosincracia. Al menos así lo demuestra el gobernadorGuillermo Padrés, en la mira por haber construido una represa y unos pozos en una propiedad suya sin reflexionar cuánto podría afectar el abastecimiento de agua para los pobladores de la zona. Lo obvio es que se trata de una obra, por decir lo menos, impertinente. Ahora, autoridades federales averiguan si, además, su construcción fue ilegal.
Bateado por el gobierno federal, el mandatario sonorense paga el costo de haber expulsado a delegados de dependencias como Semarnat y Profepa que denunciaron la represa, a los que acusó de actuar con “tintes políticos”. Los mismos que estaban detrás de la fallida propuesta deMarcelo Ebrard por debatir su responsabilidad en el desastre de la Línea 12, intentando atraer reflectores mientras una treintena de sus otrora subordinados están bajo proceso por decisiones que, inequívocamente, le corresponden al anterior jefe de Gobierno.
Así, intentar hacerse a un ladito puede ser considerada, precisamente, otra de esas tradiciones mexicanas muy ad hoc con el relajamiento de estos días. La misma frase, pero con otro significado, puede ser aplicada a Andrés Manuel López Obrador, que fiel a su estilo volvió a mandar al diablo a las instituciones, esta vez desairando a la Mesa Directiva del Senado que lo esperaba para la entrega de las firmas para pedir la consulta contra la Reforma Energética. Más que la grosería a los legisladores, de nueva cuenta el discurso anticipa la próxima bandera de movilización: si los ministros de la Suprema Corte recurren a “argucias legaloides” para desechar su solicitud, estarían dando un “golpe de Estado”, dijo en la arenga que, adivine desde ahora, será el lema con el que Morena buscará posicionarse entre sus fieles. Acorde con su tradición, pues.
Y ya ni hablar de un Gustavo Madero que, al entregar también las firmas sobre la consulta sobre el salario, consideró que la corrupción es un “problema cultural”. Algo debe saber si es precisamente ese el tema de los escándalos que han rodeado a sus grupos parlamentarios, los mismos que impulsarán —dicen— las leyes contra la corrupción. Con este tipo de comicidad no queda más remedio que celebrar que como México no hay dos... afortunadamente.
                Twitter: @Fabiguarneros

Publicado el 13 de septiembre de 2014 en Excélsior



Fabiola Guarneros-¿Viva México?

9 de septiembre de 2014

Protección

Eclipsado mediáticamente por el Informe presidencial, el nuevo aeropuerto, la ampliación del Metro y la transformación de Oportunidades en Prospera, el envío de la iniciativa preferente para crear una ley que proteja a los niños es una noticia muy relevante que amerita una amplia discusión pública y una participación activa que no debe limitarse a los legisladores.
Deben escucharse todas las voces que ya se han expresado y mucho tienen qué decir acerca de problemas que han saltado a las primeras planas de los periódicos, como el recrudecimiento del bullying, las condiciones de hacinamiento y maltrato en albergues infantiles, así como la situación de los niños migrantes.
Estos temas previsiblemente serán los que reciban mayor cobertura periodística mientras transcurra el proceso legislativo. Pero hay muchos otros que ameritan una discusión igual de profunda. En su Bitácora del director del pasado miércoles, Pascal Beltrán del Río ya puso el acento sobre el derecho de los niños a la intimidad, cuya protección, como bien apuntó, no sólo compete a los gobiernos, sino que involucra a la sociedad, entiéndase padres de familia.
Y es que, aunque la iniciativa enviada por el Ejecutivo incluye un catálogo de sanciones (que van desde multas hasta cárcel) a quienes vulneren la integridad de los menores, una parte fundamental de la lucha está en la prevención y la detección de riesgos. Uno de los mayores, a mi juicio, radica en internet, una herramienta a la que los niños acceden con mucha facilidad sin tener los elementos necesarios para procesar toda la información que ahí encuentran.
Un esbozo de estos riesgos fue planteado en la columnaMemoria Flash publicada en Hacker de la sección Dinero(Excélsior 1/IX/2014), que recupera la historia ocurrida hace 20 años que dio origen en Estados Unidos al sistema para clasificar qué videojuegos son aptos para niños, y que surgió de un debate legislativo que alertó sobre su contenido violento. Pero, a diferencia de lo que plantea su autor Marco Gonsen, yo sí creo que se pueden extraer lecciones de aquella experiencia para aplicarlas en nuestro país. Y justo este es el momento.
En 1994, los desarrolladores de videojuegos crearon la Junta de Clasificación de Software de Entretenimiento. Sus siglas en inglés, ESRB, son familiares para los niños y padres porque aparecen en un recuadro que se publica en los empaques de los discos, en la cual se escribe con letras grandes la clasificación (por ejemplo, “E” significa para todo público, “T” para adolescentes y “A” para adultos). Sus decisiones cuentan con un arduo trabajo de pedagogos que analizan cada juego y detallan el lenguaje que se usa y su contenido sobre violencia o sexualidad. Pero su labor no se limita ahí: permanentemente crean campañas de concienciación a los padres sobre actualización tecnológica, los riesgos de jugar en línea, las nuevas formas de interacción que los niños practican sin que sus papás sepan cómo operan y la asesoría sobre cómo discutir y abordar estos temas en familia, de manera documentada y responsable. Sus manuales pueden descargarse de su página web www.esrb.org, disponibles en español.
No conozco de alguna iniciativa similar que funcione, por ejemplo, con los programas de televisión, cuya trama suelen ignorar tanto papás como mamás, obligados ambos a trabajar todo el día e imposibilitados, por tanto, de supervisarlos como se debe. Menos aun existe para las páginas de internet. Cada vez más niños y adolescentes tienen acceso a internet en su casa y, por tanto, están permanentemente expuestos a contenido inapropiado para su edad. Por no mencionar aquellos que, con cuenta en redes sociales, pueden ser contactados por acosadores, sufren bullying cibernético o desde una tablet descargan aplicaciones peligrosas, como aquellas por medio de las cuales los menores pueden enviar fotos que supuestamente se autodestruyen de inmediato, pero que pueden caer en manos de personas sin escrúpulos y dispuestos a vulnerar su intimidad.
¿Cómo contrarrestar esta situación? Por ejemplo, Disney Channel tiene un video con sus personajes Phineas y Ferb en los que alertan a los niños de no hacer cosas de las que incluso muchos adultos son inconscientes: “Ten cuidado con lo que subes a internet: nunca desaparece, nunca, y nunca se sabe quién lo terminará viendo”; “la fama es efímera, pero internet es para siempre”; “que lo veas por internet no significa que sea verdad”; “no todo el mundo es quien dice ser” y “lo que no harías en persona, no lo hagas por internet”.
Consejos así tendrían que formar parte de una campaña permanente, sistemática, adaptada a nuestra realidad, que no sólo tuviera cabida en medios masivos, sino en las escuelas y en la orientación a padres de familia que no estén al corriente de los avances tecnológicos. Además, se requiere el concurso de especialistas que apoyen a los padres y se sumerjan en el mundo virtual que navegan nuestros niños, poblado en el mejor de los casos de superestrellas creados por YouTube que “educan” a las masas a base de mal gusto y prejuicios. Por no hablar de pederastas y pornógrafos que tienden sus redes aprovechando la buena fe de nuestros niños.
Señores diputados que integren las comisiones de trabajo que procesen esta iniciativa: ¿no sería buena idea crear un organismo ya sea estatal, o de participación mixta, que se aboque a procurar una cultura de protección en internet, que analice y supervise los contenidos de los sitios web y las aplicaciones móviles, y esté constantemente generando información procesada profesionalmente para que los padres tengan elementos para acompañar a sus hijos y no dejarlos a merced de ese indómita selva que es internet? No sobraría, y sería de mucha utilidad para complementar las políticas y acciones, incluida la ley que emerja de la iniciativa. De lo que se trata, simplemente, es hacer a la sociedad parte del juego.
                Twitter: @Fabiguarneros

Publicada el 6 de septiembre en Excésior




Fabiola Guarneros-Protección

Reinvención

La evolución de un ritual: del Día del Presidente pasó al de los gritos y sombrerazos en el Congreso y de ahí, al de la auténtica “separación de Poderes”.
Mañana, tal y como lo ordena la Constitución, Enrique Peña Nieto presentará un informe por escrito del estado general que guarda la administración pública del país. Cada una de las cámaras, como señala el artículo 69 de la Carta Magna, “realizará el análisis del informe y podrá solicitar al Presidente de la República ampliar la información mediante pregunta por escrito y citar a los secretarios de Estado y a los directores de las entidades paraestatales, quienes comparecerán y rendirán informes bajo protesta de decir verdad”.
Se trata de un ejercicio fundamentado en la necesidad de un equilibro entre los Poderes, un mecanismo de control que vacuna contra tentaciones absolutistas y establece un sano contrapeso entre quienes diseñan el andamiaje legal que da sustento al Estado (el Legislativo) y quien lleva a cabo las públicas públicas (el Ejecutivo).
La fórmula pretendía exorcizar el fantasma del porfiriato, pero terminó por transformarse a las peculiares condiciones del autoritarismo a la mexicana. En la época del PRI como partido hegemónico, el 1 de septiembre se convirtió en un día de culto a la figura presidencial, de escuchar durante horas un discurso que lejos estaba de representar una rendición de cuentas, entre otras cosas, porque quienes lo escuchaban se asumían como súbditos y no como representantes del pueblo que en teoría los había elegido.
Con el paulatino avance de la oposición, el Congreso terminó con el besamanos y dio un giro al otro extremo. El Congreso se volvió escenario de interpelaciones, interrupciones, mantas, máscaras de puerco y otros espectáculos poco dignos de uno de los Poderes de la Unión, pero explicables en la medida que el autoritarismo priista de aquellos años no daba muchos márgenes de acción. Lamentablemente, lo que debió ser una explosión pasajera se convirtió en rutina, y aun cuando se dio la alternancia en el poder presidencial, esto no abrió un espacio a la civilidad. El encono partidista provocó que en 2006 se llegara al extremo de que el presidente Vicente Foxse viera impedido de entrar al Congreso, por lo que se limitó a entregar su sexto y último informe, que es a lo único que obliga la Constitución, y el guanajuatense dio su mensaje... por televisión.
Desde entonces, hemos atestiguado una situación que no deja ser anómala: el espacio de encuentro por excelencia entre dos de los Poderes se ha limitado al cumplimiento de una mera formalidad. El Presidente no se presenta ante el Congreso y emite un mensaje en una ceremonia por separado. Las fuerzas políticas representadas en el Congreso fijan sus posturas y el diálogo se da días después, en las glosas en las que participan los funcionarios del gabinete, que rara vez revelan algo más de sustancia sobre lo realizado por el gobierno en el año y suelen ser más bien el espacio para el desahogo de opositores que añoran la era de las interpelaciones.
En esta mecánica no se ha violado ninguna ley, pero está ausente, al menos ante los ojos de los ciudadanos, el espíritu de correlación entre dos Poderes elegidos por votación popular, y cuya acción debiera tener como meta el bienestar de la población. De hecho, el único punto de consenso en relación con los informes es que, sobre todo en el caso de las entidades federativas, abren la puerta a los gobernadores de todos los partidos para publicitarse a escala nacional (lo cual se entiende porque pueden aspirar, legítimamente, a contender por cargos federales). Nada hay de malo en que los informes sean un espacio para comunicar masivamente acciones de gobierno. Pero... ¿y los contrapesos?
Todos estos años de polarización política han derivado en situaciones absurdas que no debieran prolongarse más. Es necesario que en los años por venir, la clase política dé durante el Informe un mensaje diferente. Y con la palabra “mensaje” no me refiero a un discurso: me refiero a un signo, al símbolo de que el cumplimiento del mandato constitucional represente un diálogo realmente constructivo entre los Poderes en torno a las políticas públicas realizadas y las que estén por venir.
Necesitamos un formato moderno para el Informe y la glosa, acorde con una sociedad más activa, dinámica y reflexiva, que se expresa por redes sociales, que no se conforma con discursos, sino que exige a los gobernantes y a los legisladores capacidad para comunicar las acciones de gobierno, por un lado, y de disección, análisis y exigencia, por el otro. Un formato ágil, que brinde a los ciudadanos la facilidad de acceder a los datos duros para evaluar la utilidad de las políticas y distinguirlas claramente de la propaganda.
La concreción de 11 reformas de gran calado demostró que si partidos y gobierno se concentran en una negociación seria, sí pueden lograrse una nueva correlación de poderes que compartan el mismo espacio sin avasallamientos, gritos ni sombrerazos. Reinventar el informe presidencial sería un gran signo de que los Poderes pueden ponerse de acuerdo como una práctica cotidiana, y no como hasta ahora, que cada quien jala por su lado.
                Twitter: @Fabiguarneros
Publicada el 31 de agosto en Excélsior
Fabiola Guarneros Saavedra-Reinvención

Cubetazos

Una causa de balde. No hablo de una causa inútil o gratuita, sino, literalmente, de una que ha dado la vuelta al mundo con tan sólo una cubeta de agua y hielo.
¿Es esto una buena noticia? Como suele ocurrir con otros acontecimientos que circulan ampliamente en redes sociales, la campaña #icebucketchallenge ha cosechado tanto simpatías como detractores. Entre estos últimos se cuentan quienes descalifican a las celebridades que han visto en este fenómeno un vehículo para hacerse publicidad gratuita, así como los que censuran el desperdicio de agua que se promueve justo en épocas de escasez.
Como en todo, antes de tomar partido, bien vale la pena registrar primero la importancia como acontecimiento histórico de esta estrategia global que busca obtener fondos para combatir el padecimiento conocido como esclerosis lateral amiotrófica (o ALS, por su abreviatura en inglés).
El llamado consiste en que el participante se arroje agua fría sobre la cabeza, se grabe en video y proponga a otra persona que haga lo mismo y done diez dólares a una organización que recauda dinero para  investigar de tratamientos contra el ALS (si se rehúsa, debe aportar 100 dólares). Aunque fue iniciada en julio por el beisbolistaPete Frates, la campaña adquirió relevancia mundial en días recientes cuando entraron a ella deportistas comoLeBron James y Cristiano Ronaldo; estrellas del cine, la televisión y la música, como Steven SpielbergRobert Downey Jr.Oprah Winfrey y Britney Spears, y empresarios de la tecnología como Mark Zuckerberg y Bill Gates. A partir de ahí, son pocos los famosos que no han publicado su respectivo video echándose agua y hielo y retando a otros a seguir el ejemplo.
Los políticos tampoco han sido ajenos. El expresidente estadunidense George W. Bush ya difundió su respectivo remojón, por medio del cual invitó a su antecesor Bill Clinton a hacer lo propio. Se entiende que no postulara al actual inquilino de la Casa Blanca, Barack Obama, quien ya ha dicho por medio de sus voceros que sólo contribuirá a la causa por medio de su donativo. El mandatario estadunidense quizá debió agregar que bastantes cubetazos de agua fría ya ha tenido, primero con los disturbios raciales en Ferguson y, más gravemente, con la decapitación del fotógrafo James Foley y la amenaza de asesinato de otro periodista por parte de radicales islámicos, un dolor de cabeza que seguro no se quita con compresas frías.
Más allá de si el #icebucketchallenge logra el cometido de reunir dinero suficiente para atacar la enfermedad degenerativa, tiene un mérito indiscutible: haber puesto sobre la mesa un tema del que nadie hablaba y seguro muy pocos conocían. Como todas las modas virales que trascienden más por su parte frívola, los cubetazos irán haciéndose menos frecuentes y las aportaciones tenderán a disminuir. Pero el hecho de haber convocado a un número significativo de personajes de alcance global es suficiente para considerarlo una lección de cómo la creatividad puede abonar en favor de causas no siempre fáciles de explicar. Bastó un poco de sentido del humor y mucho arrojo (de agua) para comunicar una idea de manera eficaz y alentar la participación masiva.
No son, estas últimas, virtudes que abunden en la clase política, y menos en la mexicana, que suele darle baldazos de agua fría a los ciudadanos con decisiones incomprensibles, como el empecinamiento del gobierno oaxaqueño de quedar bien con las bases radicales del magisterio avalando una reforma educativa a su gusto, en lugar de acatar los lineamientos trazados por la ley para toda la Federación.
Una vez concluido el ciclo de reformas, uno de sus frutos que dará más de que hablar será la consulta popular, un nuevo mecanismo de participación ciudadana que será estrenado en 2015 y que fue promovido sobre todo por la izquierda, que ve ahí una forma de revertir los recién consumados cambios en materia energética.
PRD, PT, Movimiento Ciudadano y el debutante Morena se abstuvieron de sus habituales técnicas de torpedeo a la Reforma Energética con la esperanza de concitar apoyo ciudadano a su propuesta de consulta popular, que todavía está por verse si logra el número de firmas y el aval de la Suprema Corte. Por eso debe haberles caído también como balde de agua fría el anuncio del PRI de que también se valdrá de la nueva ley para proponer a los votantes que se recorte el número de legisladores plurinominales en el Congreso de la Unión.
La propuesta tricolor no descubre el agua tibia. Es claro el desencanto que existe hacia los representantes populares (y los del PRI tampoco han sido ajenos), sobre todo por la cantidad de recursos públicos que consumen y la forma privilegiada con la que se tratan a sí mismos, pues tienen en su mano la definición de los presupuestos. Es obvio que con esta consulta se trata, sobre todo, de quitarle reflectores al activismo contra la Reforma Energética y, de paso, a la propuesta panista sobre los salarios mínimos. Además, han sido el PRD y los partidos pequeños los principales beneficiarios del número de legisladores no electos directamente, sino por representación proporcional, lo cual explica su rechazo inmediato al plan priista. 
Salvo que una chispa de creatividad surja de los partidos, no veremos un real involucramiento de los ciudadanos con un nuevo mecanismo supuestamente diseñado para ellos, y sí una guerra de declaraciones descalificatorias que seguramente desencantarán aun más a los votantes y difícilmente los atraerán hacia las urnas, además de darle trabajo extra a la Suprema Corte, que deberá decidir la validez de las preguntas. Decepciona, sí, que uno de los productos de la reforma político-electoral se encamine a ser un nuevo campo de batalla que deje sin voz ni voto a la gente. Tanto esfuerzo habrá sido de balde.
                Twitter: @Fabiguarneros
Publicada el 24 de agosto en Excélsior
Fabiola Guarneros Saavedra-Cubetazos

Entrevista con Mikel Alonso, chef internacional / Entre mujeres

Entrevista con Sebastian Escultor (Parte I) / Entre mujeres

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