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Autodefensas en Michoacán (foto publicada en Excélsior)

15 de abril de 2014

Papeleo

Los apocalípticos de la tecnología auguran que el internet, las tablets y los smartphones acabarán con todo vestigio de papel impreso. Sería bueno que se dieran una vuelta por el Senado de la República para —como diría el clásico— documentar un poco su optimismo.
Los legisladores disponen de esos modernos dispositivos, como se ha demostrado constantemente, cada vez que se les sorprende usándolos para jugar o para ponerse al corriente de su actividad en redes sociales. Concedamos que su arduo trabajo (tener que procesar todas las reformas que necesita el país en pocos días) amerita que de vez en cuando se den un tiempo para una sana distracción. Pero también tenemos derecho a suponer que sus gadgets (accesorios tecnológicos) les sirven para recibir toda la información necesaria para su labor sustantiva.
Pues aparentemente no es así: los 128 senadores y todo el personal a su servicio, todavía, necesitan generar al año 45 millones de copias fotostáticas, lo que implica un gasto de más de 11 millones de pesos, de acuerdo con la información publicada en Excélsior el pasado viernes. La cantidad de reproducciones al año equivale a unas 123 mil diarias, suponiendo que se trabaje diario, incluyendo días festivos. Casi mil copias por senador. ¿Todo eso leerán?
La investigación de la periodista Leticia Robles de la Rosa—quien días antes ya había publicado en nuestro diario que los senadores pagaron dos millones 16 mil pesos por el servicio de café, lo que equivale a un costo de 87 pesos por taza— revela que, pese a las políticas de austeridad que los legisladores dicen promover, el fotocopiado y los insumos de papelería les implicará un gasto total cercano a los 30 millones de pesos al año.
El Senado cuenta con 85 máquinas fotocopiadoras y paga por su alquiler casi diez millones de pesos. A eso, súmele el papel: unas siete mil cajas por las que paga hasta cerca de millón y medio de pesos. Es sensato suponer que, tratándose al fin y al cabo de una oficina burocrática más, no sólo los legisladores utilizan este servicio, sino que éste es empleado en los trámites comunes y corrientes de cualquier dependencia, como memorándums internos y expedientes de empleados.
Sin embargo, la mayor parte de este mundo de papel lo representa la reproducción de La Gaceta del Senado y la síntesis informativa, esta última un compendio de recortes de periódicos que, por lo general, sólo les sirve a los senadores como termómetro de su exposición en los medios, herramienta básica para cualquier político con ansias de trepar.
¿A dónde irá todo este papel? ¿Se lo llevarán los senadores a los sitios donde pasarán unas merecidísimas vacaciones, luego de dejar prácticamente en suspenso la discusión de las reformas electorales y de competencia económica, que se supone son prioritarias? Parte de esas hojas probablemente se reciclen, tal y como establecen las políticas de uso racional de recursos que la propia “Cámara alta” se ha impuesto. ¿Y las demás? ¿De veras les sirven a los senadores para enterarse de qué aprobaron?
Aunque en apariencia se trate de un problema menor, el caso es que las copias revelan en toda su magnitud la inconsciencia de los “representantes populares” respecto a los apremios que pasa buena parte de sus representados, que merecen un uso más noble para los millones dilapidados en fotostáticas que de cualquier manera tienen que generarse para justificar la asignación de presupuesto anual, aun cuando buena parte de su destino sea una trituradora de papel.
Y esa inconsciencia no se queda ahí. Simplemente reflexionemos si a alguno de los brillantes políticos que negociaron la conversión del Instituto Federal Electoral en INE se le ocurrió lo que costará renovar la papelería y los millones de credenciales para votar que siguen siendo el principal documento para cambiar cheques en el banco en ausencia de una cédula de identidad.
Y suponiendo, con toda la mejor buena fe del mundo, que en efecto este servicio sea utilizado para lo que en teoría se debe, bien vale la pena preguntar: ¿Cuántas miles de fotocopias les habrán repartido a los legisladores sobre la reforma educativa? ¿La habrán leído? ¿Se habrán percatado de que al menos la mitad de los estados de la República “armonizaron” las leyes locales con la norma constitucional como se les dio la gana?
De ser así, da igual si la leyeron o no: al final se trató de buenos deseos que se quedaron sólo en el papel.
DM
A los lectores del Mensaje Directo les deseo disfruten sus vacaciones o días de asueto. Gocen a su familia, amigos o seres queridos. Si salen de la ciudad manejen con precaución y si toma no maneje. Esta columna se toma un descanso el 20 de abril, pero nos leemos el domingo 27.
                Twitter: @Fabiguarneros


Fabiola Guarneros Saavedra-Papeleo

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