La imagen de la noticia

La imagen de la noticia
Autodefensas en Michoacán (foto publicada en Excélsior)

11 de febrero de 2014

Mariguana

Los votos no se ganan con ocurrencias, la lealtad de un militante depende de la seriedad y el compromiso político.

La droga no es cosa de juego. Aunque la lectura fácil de la realidad pareciera presentarlo así.
En Estados Unidos, donde con frecuencia se llegan a entreverar la política y el espectáculo, ha causado cierto revuelo mediático lo que se ha llamado “El Súper Tazón de la mariguana”.
Se trata de la extraña coincidencia de que el partido final de hoy de futbol americano profesional será disputado por los Broncos de Denver y los Halcones Marinos de Seattle, originarios de Colorado y Washington, los dos estados de la Unión Americana que ya legalizaron el uso de la mariguana para usos recreativos.
En los días previos al partido de hoy, los medios estadunidenses se han regodeado en los chistes y ocurrencias desatadas a partir de esta casualidad: camisetas y gorras alusivas, los juegos de palabras comosmoke a bowl, que aluden a las pipas empleadas para fumar la mariguana, y la transformación del logo de la NFL, sustituyendo estas siglas por las del THC (tetrahidrocarbocannabinol, el componente químico de la hierba) y adornado con el típico símbolo de la hojita.
Buena parte de la permisividad respecto del tema hizo que pasaran relativamente inadvertidas las declaraciones del presidente Barack Obama al semanario The New Yorker, en la que opinó que la mariguana no es más peligrosa que las bebidas alcohólicas que son, por cierto, de las principales patrocinadoras del deporte del emparrillado.
Desde luego, todo el chacoteo sobre el Super Bowl se vale y causa gracia en el vecino país del norte mientras provenga de los propios estadunidenses, y más si son anglosajones. Pero cuidado si a algún mexicano se le ocurre reproducir estos símbolos, así sea de broma: ahí sí sería condenable y desataría la tradicional embestida de los sectores de la Unión Americana más xenófobos, que sólo conciben a la frontera sur como paso de terroristas y narcotraficantes. Simplemente recordemos cuando, en noviembre pasado, una tienda de recuerdos de la escudería McLaren en Austin, Texas, colocó una bandera mexicana con una hojita de mariguana durante las primeras prácticas del Gran Premio de Estados Unidos de Fórmula 1, hecho que ameritó una protesta enérgica del consulado de México en aquella ciudad.
(Por cierto, EU dio esta semana un nuevo ejemplo de su doble moral respecto de nuestro país: el mismo día que legisladores republicanos realizaron un cónclave para definir el sentido que le buscan dar a la reforma migratoria —cuyo interés real, valga decirlo, es evitar el rechazo hispano en las próximas elecciones de noviembre—, organizaciones civiles difundieron fotografías de cómo la patrulla fronteriza entrena a niños para disparar contra indocumentados, tal como reveló Excélsior en su edición del pasado viernes).
Hipocresías aparte, el ejemplo de Colorado y Washington pareciera inspirar al Partido de la Revolución Democrática en la capital mexicana, que impulsará en la Asamblea de Representantes del Distrito Federal (ALDF) un proyecto para aumentar de cinco a 35 gramos la cantidad de mariguana que un ciudadano pueda portar para su consumo personal.
A reserva de conocer en qué términos vendrá la iniciativa para juzgarla con mayor profundidad, la intención del perredismo capitalino despide un fuerte olor a… demagogia. Porque una propuesta así, que de entrada generará una polémica encendida, parece más destinada a complacer a sus bases más que a resolver un problema apremiante de salud pública.
De entrada, porque es ineludible que el debate tenga un alcance nacional e incluso internacional, habida cuenta el papel relevante de nuestro país en la producción, el trasiego y el consumo de drogas. Porque es discutible la idea de que la Ciudad de México pueda fungir como un ente aislado en la que se apliquen políticas distintas a las del resto de los estados, cuando más bien se requiere una estrategia integral.
A este respecto, sería conveniente que los legisladores fueran claros en especificar de qué forma una propuesta así se coordinaría (o al menos no entorpercería) con las acciones para el combate al narcomenudeo, que es una de las formas en la que el crimen organizado se ha insertado en la sociedad. ¿Tenemos la capacidad para evitar que en la ciudad más grande del mundo una idea posiblemente bienintencionada no se corrompa al grado de darle mayor poder a los delincuentes?
Y también cabe preguntarse seriamente si las autoridades sanitarias no se verían rebasadas ante un posible incremento en la cantidad de adictos, por más que se quiera insistir en campañas de concientización sobre los usos medicinales o terapéuticos de la mariguana y cómo darle un uso moderado. Se trata de una preocupación legítima no sólo desde el ámbito de las adicciones, sino porque existen otros problemas de salud pública que probablemente ameriten mayor atención y prioridad.
Mientras no se tenga toda esa información y un análisis a fondo del tema, la idea de legislar sobre un incremento en la cantidad de mariguana para consumo personal sonará más a una fumada. Y ya con el Súper Tazón tenemos.
                Twitter: @Fabiguarneros

Publicado el domingo 2 de febrero de 2014 en Excélsior

No hay comentarios:

Publicar un comentario