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Autodefensas en Michoacán (foto publicada en Excélsior)

18 de septiembre de 2014

¿Viva México?

Por razones a estas alturas obvias, septiembre es el mes dedicado a rendir culto a las tradiciones nacionales. Aunque no está marcado como día feriado oficial, mañana muchos no irán a la escuela o al trabajo para celebrar las fiestas de Independencia. Los críticos de este modo de ser tan a la mexicana cuestionarán que los puentes no son saludables para una economía en recuperación. Pero si de alguna forma se reactiva el turismo o la industria del sope o la quesadilla, algún beneficio habrá, ¿no?
Al final de cuentas, es la cultura del mexicano. La más folclórica, vistosa, simpática, inofensiva, en apariencia. Duplicar o cuadruplicar los días de fiesta (si es que desde ayer sábado varios comenzaron ya la celebración patriotera) suena divertido como ejercicio de transgresión pero, al fin y al cabo, es resultado de una cultura donde podemos hacer este tipo de travesuras sin que haya consecuencias: los alumnos que falten a clases podrán tener una falta en su récord que al final no pesará en su calificación final, por ejemplo. Por más anecdóticas que pudiera parecer, en estas pequeñas semillas de conducta cotidiana se siembra la corrupción.
Ya lo dijo en entrevista el auditor Superior de la Federación,Juan Manuel Portal: “(La corrupción) es parte de la cultura, no de la naturaleza, no de la genética. Por eso se dice: un mexicano que cruza la frontera se porta bien inmediatamente que la cruza; sí, pero eso es cultural, allá sí hay sanción. Es lo que tenemos que hacer aquí, crear un instrumento que pueda aplicar sanciones y que se hagan públicas, que todo mundo sepa”, (Excélsior 5/9/2014).
La auténtica mecánica nacional es que, a cada transgresión, no haya sanción. O si la hay, es irrelevante. Ya bastante de ese ejemplo hemos tenido con el magisterio en Oaxaca, cuyo plantón sigue adornando una porción del Monumento a la Revolución para recordarnos cómo aquella entidad ha instaurado un estado de excepción en relación con la Reforma Educativa. Pero la mata sigue dando.
No es muy distinto lo que ocurre en Sonora. Una minera de la magnitud de Grupo México crea una catástrofe ecológica en el río Bacanuchi y la máxima sanción estipulada en la ley alcanza los 40 millones de pesos, que deben ser el equivalente a cacahuates para los ingresos de aquel consorcio. Más que castigo, parece un estímulo para seguir contaminando impunemente. La presión federal (vía Congreso y gobierno) obligó a la empresa de Germán Larrea a crear un fondo de dos mil millones de pesos para la reparación de los daños (que no habrían ocurrido si la protección al ambiente fuera parte integral de nuestra cultura), a reserva de si se decide emprender alguna acción penal, que a estas alturas sería indispensable para garantizar que una tragedia así no se volviera a repetir.
La sensibilidad social tampoco está en el ADN de la idiosincracia. Al menos así lo demuestra el gobernadorGuillermo Padrés, en la mira por haber construido una represa y unos pozos en una propiedad suya sin reflexionar cuánto podría afectar el abastecimiento de agua para los pobladores de la zona. Lo obvio es que se trata de una obra, por decir lo menos, impertinente. Ahora, autoridades federales averiguan si, además, su construcción fue ilegal.
Bateado por el gobierno federal, el mandatario sonorense paga el costo de haber expulsado a delegados de dependencias como Semarnat y Profepa que denunciaron la represa, a los que acusó de actuar con “tintes políticos”. Los mismos que estaban detrás de la fallida propuesta deMarcelo Ebrard por debatir su responsabilidad en el desastre de la Línea 12, intentando atraer reflectores mientras una treintena de sus otrora subordinados están bajo proceso por decisiones que, inequívocamente, le corresponden al anterior jefe de Gobierno.
Así, intentar hacerse a un ladito puede ser considerada, precisamente, otra de esas tradiciones mexicanas muy ad hoc con el relajamiento de estos días. La misma frase, pero con otro significado, puede ser aplicada a Andrés Manuel López Obrador, que fiel a su estilo volvió a mandar al diablo a las instituciones, esta vez desairando a la Mesa Directiva del Senado que lo esperaba para la entrega de las firmas para pedir la consulta contra la Reforma Energética. Más que la grosería a los legisladores, de nueva cuenta el discurso anticipa la próxima bandera de movilización: si los ministros de la Suprema Corte recurren a “argucias legaloides” para desechar su solicitud, estarían dando un “golpe de Estado”, dijo en la arenga que, adivine desde ahora, será el lema con el que Morena buscará posicionarse entre sus fieles. Acorde con su tradición, pues.
Y ya ni hablar de un Gustavo Madero que, al entregar también las firmas sobre la consulta sobre el salario, consideró que la corrupción es un “problema cultural”. Algo debe saber si es precisamente ese el tema de los escándalos que han rodeado a sus grupos parlamentarios, los mismos que impulsarán —dicen— las leyes contra la corrupción. Con este tipo de comicidad no queda más remedio que celebrar que como México no hay dos... afortunadamente.
                Twitter: @Fabiguarneros

Publicado el 13 de septiembre de 2014 en Excélsior



Fabiola Guarneros-¿Viva México?

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