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Autodefensas en Michoacán (foto publicada en Excélsior)

22 de junio de 2014

A ver

¿Sabe la diferencia entre “a ver” y “haber”?
Es un error que se comete muy frecuentemente a la hora de escribir: cuando la gente quiere decir “a ver”, una fórmula para llamar la atención, suele escribir “haber”, un verbo que nada tiene que ver… al menos hasta hace unos días.
A ver… ¿por qué?
Porque “haber”, que como verbo tiene diversos significados, entre ellos “deber”, “poseer”, “ocurrir”, “tener que”, “hallarse”, “existir”, etcétera. Pero en estos días se nos apareció como sustantivo (en su acepción de “conjunto de bienes de una persona”) como parte de un curioso eufemismo: “haber de retiro”.
Lo que hay ahora es un punto de discordia entre los partidos políticos por la repentina (acusan algunos) aparición de una pensión vitalicia para los magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación una vez que cumplan con su encargo, y que podría quedar reducida a sólo un par de años.
Esta polémica pensión fue aprobada hace más de una semana como parte de la legislación secundaria de la Reforma Política, y sus detractores dicen que no “había” indicios de ella. ¿O no la “vieron”?
A ver… ¿qué hay aquí?
¿Por qué ahora nadie se “había” dado cuenta de lo que se cocinaba a pesar de que, como publicó Excélsior hace una semana, el “haber de retiro” fue incluido en el paquete de reformas político-electorales desde finales de abril, según relataron legisladores que integraron aquella famosa “Mesa de Aproximación”? ¿Por qué, en medio de tanto jaloneo previo entre los partidos, que fueron incapaces de ponerse de acuerdo en el periodo ordinario de sesiones, no se “vieron” las implicaciones que traería autorizar un privilegio de esta magnitud justo cuando buena parte de las pugnas tenían que ver con dinero? ¿No lo vieron venir?
Haber. En materia electoral, lo que siempre ha habido (y al parecer nunca dejará de haber) es suspicacia. Hace 20 años no había magistrados electorales como los de ahora. El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación fue creado en 1996, y representa (junto con el ya desaparecido IFE) uno de los órganos del Estado más consistentes que han garantizado la estabilidad institucional después de turbulentos y polémicos comicios.
La memoria de este país ya no registra, por ejemplo, que en 1988, en la controversial elección de Carlos Salinas, todavía estaba vigente el sistema de autocalificación, en el que los legisladores electos eran juez y parte (la Cámara de Diputados se convertía en colegio electoral), pues juzgaban y validaban el propio proceso en el que habían participado.
El conflicto electoral de aquel año dio lugar a una serie de reformas que suprimieron aquel sistema arcaico (e impensable en un régimen como el de hoy) del que surgieron primero el Tribunal de lo Contencioso Electoral (Tricoel) y luego el Tribunal Federal Electoral (Trife), que cambió su nombre cuando hace 18 años pasó a formar parte del Poder Judicial de la Federación, como una vía para garantizar su independencia.
En este tiempo, la gestión de TEPJF no ha estado exenta de polémicas, pero al final ha prevalecido su credibilidad como garante de los resultados electorales.
Entonces, a ver: ¿qué necesidad había de someter a los magistrados al habitual sospechosísmo que siempre especula sobre las presuntas razones ocultas de esta prestación, sobre todo por la forma tan extraña como se procesó legislativamente, al grado que la izquierda ya propuso crear una comisión especial del Congreso… que investigue al propio Congreso?
¿Qué necesidad había de establecer una pensión de esta naturaleza en momentos en el que precisamente el tema de los salarios es un punto sensible para buena parte de la población, que aún está a la espera de los beneficios de las reformas estructurales que siguen en proceso?
Ahora lo que hay… que ver es este galimatías en el que se aprueba un “haber de retiro”, que primero se supone que será vitalicio, y que se pretende legislar de nuevo ya sea para limitarlo o de plano eliminarlo, pero que sus beneficiarios ya anunciaron que lo rechazarán. ¿Hay en todo este vodevil al menos un mínimo de coherencia?
A ver si ahora sí legislan como se debe. A ver si los partidos nuevamente se ponen de acuerdo. A ver si esta vez sí leen, o a ver si no se quejan de otro nuevo madruguete. Y en caso de que al final prospere ese haber, a ver si los magistrados cumplen con su promesa de renunciar a ese privilegio, que sólo vino a socavar su prestigio y a provocar una nueva fisura cuando hay verdaderamente otros haberes (en el sentido del deber) mucho más urgentes.
Ni cómo llamarse a sorpresa. Así es la política mexicana. Lo que ven es lo que hay.
Publicada el 25 de mayo en Excélsior

Fabiola Guarneros Saavedra-A ver

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