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Autodefensas en Michoacán (foto publicada en Excélsior)

19 de septiembre de 2011

19 de septiembre de 1985

El radio del Volkswagen 71 falló. Dejamos de escuchar a Sergio Rod y su transmisión de "Batas, pijamas y pantuflas". Yo sólo sentí un movimiento raro en el coche, como si otro auto le hubiera pegado por la parte de atrás.
"¡Está temblando", dijo mi mamá, mientras metía freno al vocho. En el radio ya no se escuchaba nada y yo sólo vi como se movían los cables sujetados a los postes de luz. Eran las 7:19 de la mañana, apenas teníamos unos minutos para llegar a tiempo a la secundaria y esa era la preocupación de mi hermano, no llegar tarde.
Esperamos unos minutos, igual que los otros vehículos que circulaban por la calzada Ermita, y continuamos la marcha. El tráfico se hizo pesado, lento, y ya no nos acompañaba, como todos los días, la voz del locutor del programa de radio que le gustaba a mi mamá escuchar mientras manejaba.
Llegamos tarde a la secundaria y sólo encontramos escombros. Uno de los edificios de la escuela se derrumbó y el otro resultó dañado. Afortunadamente no había niños adentro, la hora de entrada era 7:20 y Faustita, la directora, era muy quisquillosa con los horarios y las reglas.
No entendí en ese momento la magnitud del temblor ni tampoco por qué se había callado Sergio Rod. Años después supe que había muerto en el sismo del 85 mientras estaba en la cabina.
Como estaba con mis amigas y todas estábamos bien esa mañana del 19 de septiembre no sentí angustia, no entendía lo que pasaba. El miedo llegó horas después, cuando empezó a oscurecer y no había luz, en las calles había mucha gente y hablaban de una posible réplica, de una especie de amenaza.
Mi mamá decidió que nos juntaríamos con la familia en casa de mi tío, una casa muy grande, donde estaban mi abuela y bisabuela. Ahí nos quedamos un buen tiempo.
Mi tío Andrés estaba muy preocupado porque no sabia nada de mi tía Francis. Ella trabajaba en el edificio de Televicentro que se derrumbó esa mañana y debía estar ahí, pues su hora de entrada era las 6 de la mañana.
Francis se salvó. La noche anterior se había reunido con un corresponsal de Televisa, ella era la coordinadora de corresponsales nacionales, y bebieron hasta entrada la madrugada. No llegó a tiempo a Televicentro.
Cuando Francis llegó a Televisa y vio el desastre pensó que era un ataque y se subió a una moto patrulla y recorrió el centro de la Ciudad, vio la devastación. Se encontró a Jacobo Zabludovsky y le comentó lo que ella había visto. Jacobo hizo lo suyo, salió a reportear y transmitir en vivo lo que se podía.
Cuando mi tía llegó a la casa, que se convirtió en el bunker familiar, traía con ella cientos de hojas con nombres de personas reportadas como desaparecidas. Nuestra tarea consistía en ordenar los nombres por orden alfabético, por zona, por edad. Esos nombres que habíamos ayudado a ordenar durante semanas se transmitieron en el espacio de "XHGC al Servicio de la Comunidad".
La secundaria la terminé en aulas prefabricadas, cursaba el tercer grado. Antes de que montaran esos salones de lámina en el patio trasero de la escuela, nos mandaron a la Secundaria 127 a tomar clases cada tercer día, porque ellos tenían que atender a sus propios alumnos. No nos gustaba, allá en esa escuela éramos los arrimados.
Las aulas prefabricadas, en cambio, eran para nosotros, quizá por eso nos sentimos contentos cuando nos informaron que regresaríamos a nuestra Secun, con nuestros compañeros y amigos.

Hoy han pasado 26 años y vienen los recuerdos para desempolvarlos.
Foto de Ulises Castellanos

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