CLASES DE CIVISMO
Los escándalos
parecen ser la única lección a aprender en los recintos parlamentarios
Cuando
los niños juegan a la política y acuden a un recinto legislativo para aprender del
quehacer parlamentario, el derecho a la participación y a la propuesta,
terminan por imitar el rol de algunos legisladores: toman la tribuna, sacan
pancartas y montan un espectáculo que no ayuda en la construcción de los
deberes cívicos.
Eso
pasó el martes 13, en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, cuando 51
niños de diferentes escuelas participaron en el Segundo Parlamento Infantil.
Los alumnos de sexto de Primaria y primero de Secundaria fueron convocados a expresar
sus inquietudes, los problemas que hay en sus comunidades y las propuestas de
solución.
Los
estudiantes fueron invitados al salón de sesiones de Donceles y Allende para
realizar un ejercicio democrático. Ellos, los pequeños legisladores, asumieron
su papel con responsabilidad; prepararon sus temas y expusieron lo que les
preocupa: escasez de agua, bullying, seguridad en las escuelas y protección del
medio ambiente.
En
eso estaban, aprendiendo a debatir con argumentos, cuando tres niñas tomaron la
tribuna, interrumpieron al orador y sacaron una cartulina que decía: “Luchemos
todos por los derechos de los niños y niñas”.
Nos
estamos acostumbrando al espectáculo en los recintos legislativos. Hemos visto
a políticos tomar la tribuna, desplegar mantas, colocarse máscaras de cochino u
orejas de burro, entrar con caballos y arrojar costales con boletas electorales.
Ya
vimos a diputados bloquear los accesos en la Cámara de Diputados para que
Vicente Fox no entregara su último informe de gobierno y un año después, los
legisladores de oposición intentaron impedir que Felipe Calderón rindiera
protesta como Presidente de la República.
A
la Asamblea entraron mujeres en ropa interior y el diputado Cristian Vargas
Sánchez, en una ocasión, destrozó una puerta de cristal y, en otra, colocó bajo
la tribuna una bicicleta, que obtuvo a golpes; quizá por eso a la legisladora Edith
Ruiz Mendicuti se le hizo natural propiciar el escándalo en el Parlamento
Infantil.
Las
niñas no subieron a la tribuna ni interrumpieron a su compañero por iniciativa
propia, de hecho estaban apenadas, y el resto de los estudiantes,
desconcertados. Un colaborador de la diputada Ruiz Mendicuti les pidió que hicieran
ese “pequeño show” y les entregó la cartulina que tenía que mostrar.
Así
enseñan civismo nuestros legisladores.
Se
les olvida que el civismo fomenta un
comportamiento respetuoso que nos permite convivir de manera ordenada y
pacífica en la sociedad, y nos enseña el valor de la autoridad, de las leyes, de
los símbolos patrios, de las instituciones y de los miembros de nuestra
comunidad.
Y
los deberes cívicos adquieren mayor relevancia cuando los ciudadanos ocupan cargos
públicos y nos gobiernan.
El
Parlamento Infantil surgió para propiciar un espacio en el que los niños
aprendan a ejercer plenamente su derecho a la participación, y con sus propuestas
promuevan los cambios que ellos consideran necesarios para su comunidad.
Es
un taller para construir un proyecto de país democrático, plural y reconocer
los valores de la transparencia, la honestidad y el compromiso.
Pero
en la Asamblea lo que vimos fue una lección de incivilidad, esa que se propaga,
merma la convivencia y destruye una sociedad.
Con
su “civismo”, los legisladores desgastan la figura parlamentaria, abonan al
descrédito de los políticos, pierden el respeto de la ciudadanía y le quitan el
legítimo valor a la protesta.
El
próximo martes, Marcelo Ebrard, jefe de gobierno del D.F., acudirá a la
Asamblea a rendir su Quinto Informe de Gobierno, ¿cuál será la clase de civismo
que veremos?
Aquí el enlace:
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