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Autodefensas en Michoacán (foto publicada en Excélsior)

12 de septiembre de 2011

La deuda


Les comparto mi primer artículo de opinión, publicado el 4 de septiembre en Excélsior:

Nos quedaron debiendo el periodo extraordinario de sesiones. Los partidos representados en el Congreso de la Unión no lograron superar las diferencias en los temas que darían al país certidumbre financiera, seguridad, instituciones sólidas, reglas electorales claras y una reforma política con mayor participación ciudadana.
En las Cámaras de Senadores y Diputados se quedaron pendientes: la Ley de Seguridad Nacional, las iniciativas contra el lavado de dinero, en materia de jurisdicción militar, la que crea el mando único policial; las nuevas leyes para combatir la corrupción y el nombramiento de tres consejeros del IFE.
Las fuerzas políticas traen su propia agenda y la pluralidad que vivimos en el Congreso no permite a nadie pasar por encima del otro con la práctica antigua del “mayoriteo”. Hoy es necesario buscar el voto del adversario, llegar al acuerdo, garantizar la gobernabilidad.
Inicia un nuevo periodo ordinario de sesiones y la cuenta regresiva del último año de la LXI Legislatura, es la oportunidad para que los diputados y senadores apuntalen las estructuras del país que nos toca construir a todos. Los partidos políticos tendrán que negociar la Ley de Ingresos, el Presupuesto de Egresos y los criterios de la política económica para el próximo año, y al mismo tiempo ocuparse de dirimir sus diferencias internas por la sucesión presidencial y elegir a sus candidatos.
Mientras tanto, los pendientes nacionales que han minado al país como la inseguridad, las muertes y la violencia provocada por el crimen organizado, el desempleo, la corrupción en los sindicatos y estructuras de gobierno, la pobreza y la impunidad seguirán estallando y recordándole a los partidos que se necesitan las reformas.
¿Qué país queremos? ¿Nos quedamos con éste, así como está, con leyes que ya no funcionan para la época que estamos viviendo?  No importa quién gane la Presidencia de la República en 2012, si no se hacen las reformas necesarias no se podrá  gobernar México.
Claro que hay proyectos distintos de país, eso abona a favor de la democracia, pero hay que dar el paso que permita la gobernabilidad dentro de la pluralidad de ideas.
Si los partidos no logran los acuerdos, el país no avanza. Hoy no tenemos las herramientas jurídicas para pegarle al crimen organizado en donde más le afecta: el dinero y sus propiedades.
Carecemos de los instrumentos legales para acabar con la corrupción en los cuerpos policiacos y tampoco nos hemos puesto de acuerdo en dónde queremos que estén las fuerzas armadas: en la calle, combatiendo al crimen organizado porque no tenemos policías limpias e incorruptibles, o en los cuarteles.
La deuda con México crece y los partidos no han respondido con leyes para proteger a las víctimas de los grupos criminales, a los desempleados, a los que viven en extrema pobreza.
De nada sirve prometer reformas como reacción a una tragedia, porque los políticos pierden credibilidad. Escuchamos lo mismo cuando ocurrió la masacre de jóvenes en Villas de Salvárcar y la de los migrantes de San Fernando, el ataque en el casino de Monterrey o cada que desaparecen militares, marinos, alcaldes, periodistas, mujeres o niños.
Ahí están los familiares de los mexicanos que hemos perdido.
Y mientras se cultiva la parálisis legislativa, la impunidad gana terreno, crece el descrédito de los partidos y el hartazgo de los ciudadanos hacia sus políticos.
El tercer año de la LXI Legislatura es la oportunidad para empezar a pagar la deuda que los partidos y autoridades tienen con México.

Aquí la liga:


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