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Autodefensas en Michoacán (foto publicada en Excélsior)

23 de abril de 2012

Este país

El 1 de diciembre de 2012 los problemas serán los mismos.

El desencanto en México tiene varios ingredientes: crecimiento económico lento, desempleo, 52 millones de pobres, 11.7 millones de mexicanos en pobreza extrema, inseguridad, violencia máxima provocada por el crimen organizado y crisis de credibilidad en los políticos y sus partidos.

Si un ciudadano no tiene satisfechas sus necesidades básicas ni el acceso a un empleo y un salario digno, si no es candidato a un crédito o financiamiento para echar a andar su propia empresa, si no encuentra los apoyos necesarios para hacer producir al campo ni exportar sus mercancías, si no puede elevar la calidad de vida de su familia, se genera irritación social, se produce un distanciamiento de la política y se merma el interés por los asuntos de la democracia. Ese mexicano se decepciona de los políticos que le prometieron mejoras.

La falta de resultados en las acciones de gobierno, la parálisis legislativa, la ausencia de acuerdos entre Poderes y partidos van construyendo un campo minado en el territorio nacional.

El jueves pasado, el presidente Felipe Calderón-quien, por cierto, hoy festeja en el Campo Marte su quinto aniversario de gobierno- reconoció que hemos tenido "años muy duros para todos". Se refería a la emergencia sanitaria de la influenza, a la recesión económica, a la violencia criminal y a la peor sequía de las últimas nueve décadas que ahora afrontan 156 municipios del norte y centro del país.

Confió en que su sexto y último año al frente de la Presidencia será "el fuerte" y habrá un buen cierre. La pregunta es cómo lo logrará si no gobierna solo, si necesita de las otras fuerzas políticas para sacar las reformas pendientes en materia laboral, financiera y de seguridad.

Nada garantiza que en este último año de la administración de Calderón, los partidos de oposición cambien su discurso contestatario o abandonen su actitud quejosa y poco propositiva.

¿Los gobiernos de los estados cerrarán filas en la lucha contra el crimen organizado y depurarán sus cuerpos policiacos? ¿Habrá un compromiso de todos los funcionarios de gobierno y representantes populares por la transparencia y rendición de cuentas? ¿Le dirán no a la corrupción y a la omisión?

Los pendientes tienen que atenderse desde ahora, no importa el partido que gane la elección presidencial el próximo año. El resultado electoral no es mágico, no soluciona los problemas del país. Si los partidos y aspirantes a la Presidencia de la República no atienden la agenda nacional pueden erosionar los propios cimientos de la democracia.

Los mexicanos no solamente vivimos de elecciones, de fenómenos de alternancia, de libertades a la hora de votar y de equilibrio entre Poderes. Y mientras nuestros gobernantes no sean capaces de revisar como país nuestra política económica y sustituirla por una capaz de fomentar el crecimiento y de atender las desigualdades, tendremos enojo, inconformidad social, desencanto.

La radiografía de los problemas de este país se ha hecho miles de veces, conocemos y padecemos las situaciones, pero ¿cuándo vendrán las respuestas? El 1 de diciembre de 2012 tendremos los mismos niveles de pobreza, de inseguridad, de violencia, iniciativas de leyes congeladas en el Congreso de la Unión y no llegarán los acuerdos políticos. La agenda de asuntos no se borra con el cambio de gobierno ni con la alternancia de partidos.

Quienes aspiran a la Presidencia de la República -no importa el color o apellido, puede ser Peña Nieto, Cordero, Vázquez Mota, Creel o López Obrador- contraen una deuda con México, con sus ciudadanos. Este país ya no aguanta otros seis años en las mismas condiciones.

*Subdirectora editorial de Excélsior

fabiola.guarneros@nuevoexcelsior.com.mx
Twitter: @Fabiguarneros

Publicado el 4 de diciembre de 2011, les comparto la liga:
http://www.excelsior.com.mx/index.php?m=nota&id_nota=791207 

 

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