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Autodefensas en Michoacán (foto publicada en Excélsior)

23 de abril de 2012

Reconciliación

Nosotros somos México, uno decide qué clase de ciudadano quiere ser.

 

México somos todos, construimos o destruimos este país todos los días con nuestras acciones y omisiones. Estamos hartos de la violencia, cansados de los políticos, decepcionados de los partidos y el futuro nos genera incertidumbre; pero me resisto a creer que no hay salida, que la indiferencia se apoderará de nuestras conciencias y que ya no hay nada por hacer.
En las mañanas, cuando voy rumbo al trabajo, observo a cientos de personas comprometidas con su país. Veo a los barrenderos que limpian las calles, albañiles en una construcción, choferes, repartidores, enfermeras, empleados y cocineros tomando un transporte público, mamás y papás dejando a los hijos en la escuela.
Hay profesionistas que se apasionan con su trabajo, comerciantes y empresarios que generan empleos y riqueza a nuestra nación. Veo también niños y adolescentes que crecen en este país.
Cada uno tiene una historia, un motivo para levantarse y construirse una vida. Y en ese camino están también los malos ciudadanos: los que no crean, sino destruyen; los que no aportan, sino quitan; los que no generan vida, sino la muerte y los que no dan confianza, sino temor.
Uno decide qué clase de mexicano quiere ser y para qué. Este país necesita que sus ciudadanos se reconcilien. El encono, el egoísmo, la prepotencia, la soberbia y la indiferencia le han hecho mucho daño a esta nación, y si sumamos a los gobernantes y policías corruptos, hambre, pobreza, analfabetismo y violencia, el resultado es este México.
El compromiso que veo en muchos mexicanos no me hace perder la esperanza, pero hay que sumar todos los días con nuestras acciones. ¿Cómo? Por qué no empezamos respetando la ley, los semáforos, los cruces peatonales, separando la basura, realizando nuestros trámites sin mordidas.
¿Por qué no en lugar de hacer como que no vemos, cuidamos nuestra comunidad y nos involucramos con sus problemas? ¿Y si denunciamos a los narcomenudistas?
Genera impotencia saber que hay policías deshonestos que completaron su sueldo con el dinero del narcotráfico, que fueron testigos o participaron en masacres de migrantes, en asaltos de autobuses, en decapitaciones, en incendios de casinos, en fugas de reos.
Para empezar a reconciliarnos tenemos que ver también hacia adentro. ¿Qué tanto conocemos a nuestra familia? ¿Cuánto tiempo de calidad le dedicamos a cada uno de sus integrantes? ¿Seguimos inculcando los valores del respeto, la lealtad, la confianza, la amistad, la honestidad, el compromiso? ¿Fomentamos la lectura, el tener información y les hablamos de los derechos y obligaciones que tenemos como ciudadanos?
Nos quejamos de nuestros gobernantes, pero nosotros los elegimos. Tenemos a las autoridades que nos merecemos, por apáticos, por no salir a votar informados o no acudir a las urnas y dejar que otros decidan por uno, por no denunciar el fraude o no participar como funcionario de casilla.
En unos días se acaba 2011 y llegamos con 52 millones de pobres, 11.7 millones de mexicanos en pobreza extrema y más de 40 mil muertos por el crimen organizado, pero tenemos la oportunidad que nos brinda un nuevo año para frenar esas cifras, revertirlas o hacerlas crecer.
2012 es un año de definiciones, elegiremos al nuevo Presidente de la República, a diputados, senadores, a gobernadores y al jefe de Gobierno del Distrito Federal; nos toca decidir qué gobierno queremos, el que conducirá nuestro futuro. Y ésta no es una decisión menor.
La invitación para estos días de descanso y de compañía familiar es la reflexión. Busquemos reconciliarnos como familia, como compañeros de trabajo y como país.
¡Feliz Navidad!
*Subdirectora editorial de Excélsior
fabiola.guarneros@nuevoexcelsior.com.mx
Twitter: @Fabiguarneros

Publicado el 25 de diciembre de 2011, les comparto la liga:
http://www.excelsior.com.mx/index.php?m=nota&id_nota=797133 

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