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Autodefensas en Michoacán (foto publicada en Excélsior)

19 de abril de 2012

Redes

Twitter es libertad, pero también responsabilidad.

Creada por Jack Dorsey en 2006, la red social Twitter ha transformado la dinámica del periodismo y de la comunicación. La rapidez e inmediatez con la que difunde mensajes ha contribuido, sin duda, a que la sociedad esté más informada y en tiempo real.
Quien tiene una cuenta puede interactuar con artistas, deportistas, políticos, funcionarios de gobierno y medios de comunicación, a quienes da su opinión y demanda respuestas claras, prontitud y rigor en el manejo de la información.
Twitter ha aportado al ejercicio periodístico datos para investigar y permite medir el impacto de un asunto, cuando los tuiteros (usuarios) lo convierten en trending topic (tema del momento); pero con todo y los innegables aportes, también ha provocado círculos viciosos que se repiten sin que saquemos provecho de la experiencia. Me refiero a la tentación de subir a la red una noticia antes que nadie sin confirmarla.
El caso volvió a ocurrir el pasado viernes, en el contexto de los lamentables hechos en los que perdieron la vida el secretario de Gobernación, Francisco Blake Mora, y siete funcionarios más. Desde que se conocieron las primeras versiones sobre la desaparición del helicóptero en el que viajaban, el timeline de Twitter (la página de inicio de un usuario de la red) empezó a registrar paulatinamente la información que relataba los hechos, tal y como iban dándose a conocer de manera confirmada.
Sin embargo, estos datos, provistos por tuiterosrigurosos, comenzaron poco a poco a ser sepultados por una avalancha de versiones falsas, bromas de mal gusto y datos sin fuente ni sustento, que merecieron más retuits (réplicas del mensaje a otros usuarios) que aquellos que, siendo ciertos, no contribuían al morbo o al escándalo. Incluso, por no confirmar, se corrió la versión de la supuesta muerte del secretario de Educación, Alonso Lujambio.
Es recurrente ver montados en esta cresta a colegas periodistas que, por más personal que sea su cuenta, no debieran olvidarse de las reglas mínimas de verificación a las que obliga el oficio.
Una de las aportaciones de Twitter es dar voz al ciudadano común, cuya opinión no solía trascender la charla de café. Nunca antes un instrumento había colocado a las personas en una posición de tú a tú con los personajes públicos. Ni siquiera los blogs pudieron brindarle a cualquier usuario de internet la posibilidad de publicar gratuitamente sus puntos de vista, en tan sólo 140 caracteres y que éstos llegaran a miles de seguidores.
Como usuarios, no hemos valorado la capacidad transformadora que las redes sociales pueden aportar a nuestra sociedad. Mucho se ha publicado acerca del papel que estos instrumentos ejercieron en la llamada Primavera Árabe y los movimientos sociales en Europa; pero en México cada coyuntura ratifica la intención de utilizar una aplicación sólo para satisfacer el ansia de notoriedad de quienes buscan seguidores medrando con la tragedia o difundiendo información deficiente, creando confusión donde urge claridad.
Las dos caras de la moneda se llaman libertad y responsabilidad. Twitter no tiene más filtros a la expresión que la facultad de sus usuarios para denunciar como spam (correo basura) a quienes se valen de este medio para molestar, dañar y mentir.
No se trata de crear instrumentos legales que limiten la libre expresión de los usuarios. Tenemos como sociedad la capacidad de madurar y ejercer este novedoso mecanismo para encontrarnos y coincidir.
Twitter puede ser una asamblea ruidosa y desordenada donde nadie escucha a nadie o un espacio privilegiado para el intercambio de ideas e información.
                *Subdirectora editorial de Excélsior
                fabiola.guarneros@nuevoexcelsior.com.mx
                Twitter: @Fabiguarneros

 Publicado el 13 de noviembre de 2011, les comparto la liga:

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